El tripartito aprueba en solitario el Plan de Barrios pese a una negociación 'in extremis'

El de ayer fue el último pleno del Ayuntamiento de Barcelona del año y también el que marca singularmente el fin del mandato, ya que dentro de seis meses se celebrarán las elecciones municipales. Y esa proximidad se notó en los debates, especialmente en el que se suscitó con la aprobación del Plan de Barrios que dividirá la ciudad en 73 barrios. Será una segunda descentralización después de la de los distritos, mantuvo el tripartito municipal al unísono; sólo son unas líneas divisorias en el plano de la ciudad sin efecto alguno, sostenía la oposición. Con todo, hubo negociación con CiU hasta el último minuto.

16 millones destinados al Born se desviarán al zoo marino para no perder una aportación

Fue el alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, el que sugirió que se podía seguir negociando con los grupos de la oposición hasta llegar al punto 21 de la orden del día. Era el de la división de los barrios de la ciudad. El comentario causó cierta sorpresa en todos los bancos, tanto en los del tripartito como en la oposición y las caras se preguntaban ¿va en serio? Acto seguido se levantaron de sus asientos la concejal Assumpta Escarp (PSC), Joan Puigdollers (CiU) y también Alberto Fernández Díaz, el presidente del Partido Popular que, no obstante, regresó inmediatamente a su asiento diciendo que no se podía llegar a ningún acuerdo. Lo que siguió a continuación fue una suerte de idas y venidas -la primera a la cafetería anexa al salón de plenos-, entradas y salidas a despachos y corrillos que traían a la memoria algunas de las imágenes del camarote de los hermanos Marx.

Poblenou a la greña

Al final, no hubo acuerdo con CiU y no se llegó al cuatripartito. Pero por poco, ya que los nacionalistas habían conseguido arrancar el compromiso de que el reglamento que desarrollará el plan de barrios se haría en cuatro meses. El reglamento en cuestión es lo que tiene que servir para dar las funciones concretas a los nuevos barrios y regular el funcionamiento de los consejos de barrio. "Esto que presentan hoy no es nada más que unas líneas trazadas sobre el plano de Barcelona. ¿En qué lo va a notar el ciudadano mañana? En nada", se preguntó y contestó Xavier Trias, presidente del grupo de CiU, en una de sus intervenciones iniciales que parecían dar poco margen a la negociación, sobre todo porque insistió una y otra vez en que era un plan que se presentaba "con prisas". "Y a cinco meses vista de las elecciones", apostilló Fernández Díaz.

Pero lo que hizo romper la baraja de la negociación contrarreloj entre CiU y el tripartito de forma definitiva fue la división del distrito de Sant Martí, más concretamente en la división del conjunto del Poblenou en cinco barrios. Para CiU se trataba de responder a "un sentimiento de pertenencia", en palabras de Trias, y por eso defendían un solo barrio que se denominara Poblenou. También pretendían que se mantuviera la unidad del Clot-Camp de l'Arpa en un solo barrio. En consecuencia, la propuesta de CiU era dividir la ciudad en 68 barrios, no en 73.

El tripartito no accedió a mantener la unidad de Poblenou en un solo barrio a efectos del futuro desarrollo del plan. Sólo accedió a reconocer esa unidad porque comparten "elementos propios de identidad y de articulación social de barrios".

Después de las negociaciones, la edil Escarp argumentaba que uno de los principales objetivos del Plan de Barrios es ir a una descentralización de los distritos para la gestión más eficaz de la distribución de servicios y equipamientos. "Eso sería difícil conseguirlo si se mantiene a Poblenou como una unidad, ya que es previsible que en cinco años la población de esa zona de la ciudad pueda alcanzar los 120.000 o 130.000 habitantes y eso iría en contra de lo que pretende la descentralización en barrios", añadía en declaraciones en los pasillos del Ayuntamiento. Actualmente, la población de esa parte del distrito de Sant Martí es de algo más de 74.000 habitantes y es, junto con algún sector de Sant Andreu, Sagrera y la Zona Franca, la que experimentará un crecimiento más acusado de la población en la próxima década. De hecho, son las últimas reservas de suelo que tiene la ciudad.

Negociaciones políticas al margen, los barrios que configuran el núcleo más antiguo de Sant Martí son, además, los más reivindicativos de la ciudad y donde entre el propio movimiento vecinal son evidentes las fobias y filias con los partidos políticos que gobiernan la ciudad. Como muestra, un botón. Mientras que la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) ha rechazado expresamente el Plan de Barrios y ha pedido su retirada alegando falta de participación, en la tribuna de invitados del salón de plenos el dirigente vecinal de Sant Martí Provençals, Manuel Martínez, celebraba abiertamente el Plan de Barrios: "Es un reconocimiento de una realidad histórica, y yo lo celebro".

Al cerrar el debate sobre el Plan de Barrios, el alcalde lamentó no haber podido conseguir un mayor consenso entre las formaciones políticas del consistorio: "Lo siento porque, al final, lo que nos separa es bien poco", dijo dirigiéndose principalmente a Trias, con quien en asuntos de calado de la ciudad -como la Carta Municipal y la ordenanza de Convivencia y Civismo- finalmente se ha llegado a acuerdos. Con el PP, esa sintonía no ha podido lograrse prácticamente en nada. Ayer fue Fernández Díaz quien esgrimió en más ocasiones que las decisiones del tripartito obedecen a la premura de las elecciones.

Si la discusión fue viva con el Plan de Barrios, el tono fue parecido con la aprobación de la modificación del convenio firmado con la Diputación de Barcelona de la aportación de 30 millones de euros para el proyecto del Born. Se trata de una aportación cuatrienal firmada en 2004 que se centró en el Born y que en 2007 expira sin que el proyecto museístico la pueda consumir de forma íntegra porque su ejecución se ha retrasado. Por eso, 16 millones de euros de aquel convenio se destinarán a la construcción del zoo marino. "Si se ha retrasado es por la falta de interés del actual responsable de Cultura en el proyecto", espetó el edil de CiU Jaume Ciurana a Carles Martí, concejal de Cultura, a quien le reprochó haber modificado el proyecto inicial. Esto ha sido criticado por el propio arquitecto del Born, Rafael Cáceres, en este periódico.