Tamudo amarga al Getafe

Hay partidos que se ganan en un instante. El de ayer, por ejemplo. Jugaban el Getafe y el Espanyol, dos equipos llamados a mejores cosas si tuvieran más gol en sus plantillas. No lo tiene nadie en la del Getafe. Lo tiene Tamudo, y a manos llenas, en la del Espanyol. El delantero, que gasta fama de oportunista, tocó un balón en todo el partido. Luego, casi de inmediato, se fue a la ducha. Había marcado. Y así, con un toque, en un instante, dejó completamente transformado el encuentro.

Los dos equipos abrieron el partido como un relámpago, citándose en las áreas y retándose en el remate. De las dos apuestas cruzadas salieron los dos igualmente mal parados: ni el Espanyol ni el Getafe, dos conjuntos que aceleran su juego a partir del medio campo, encontraron, hasta el gol, delanteros que remataran su fútbol. En el lado madrileño jugaron Paunovic, un centrocampista reconvertido, y Manu del Moral, un canterano del Atlético que busca las habichuelas de sus primeros partidos en Primera en el club madrileño. En el Espanyol, Luis García y Tamudo, que se pasaron el partido desconectados por la tacaña apuesta de su equipo y por la tarde desdibujada de De la Peña, que un día parace imparable y al siguiente desaparecido. Eso, que desaparezca, ocurre más cuando su equipo recula, asustado al descubrir, tarde sí, tarde también, que sus problemas nacen justo delante del propio portero.

Así, pasado el vértigo de los primero minutos, el partido se fue muriendo por el desagüe de los temores defensivos. Al Espanyol le bastó comprobar que Torrejón jugaba temblando -no lleva ni 15 partidos en Primera- para decidir que acumular minutos de posesión y desperdiciarla amasando el balón en su propio campo era un buen plan. Jugó a tirones, espeso y administrando los sustos en la meta de Abbondanzieri para que el Getafe no le achuchara.

A los chicos de Schuster, que al fin y al cabo jugaban en casa, no les achicó que el Espanyol le buscara las cosquillas a balón parado, pero le faltó fútbol para contestar. Generó varias combinaciones de mérito, la mayoría en torno a Casquero, que acabó expulsado, Nacho y Alexis. A parte de eso, nada.

Al Getafe le quedó reclamar un penalti que no fue. Apretar los dientes y empujar, la pierna dura por bandera, en busca de las ocasiones que no llegaban por el camino del toque. Centró y achuchó todo lo que pudo. Tuvo más fútbol que el Espanyol. Y, aún así, no fue suficiente. Claro, el Getafe no tiene a Tamudo.