El Racing borra a un tristísimo Villarreal

A Zigic, el gigantón y la gran estrella del fútbol serbio, quizá hay que empezar a juzgarle tanto por lo que hace como por lo que no hace. Ayer, por ejemplo, no hizo nada, aparentemente, que mereciera la pena, salvo... llevarse a un par de centrales en un saque de falta y facilitar el cabezazo de Rubén, tan preciso como precioso. Es lo que tiene medir más de dos metros que aunque no hagas nada, porque nada te dan tus compañeros (y Zigic viven de lo que hacen los demás) pues no hay central que vivan a gusto hasta que el árbitro decide acabar con el sufrimiento.

Porque el Racing es un equipo aguerrido, con buen ánimo, pero muy mal paso. Ayer, además, dos futbolistas con un cierto crédito como Vitolo y Colsa batieron el récord de pases al contrario o fuera del campo. Así es difícil jugar al fútbol por más que se empeñe Munitis con su juego tan inteligente como zascandil. Pero aún más difícil es jugar como el Villarreal, un remedo irreconocible de lo que fue. El Villarreal, cuando accedió al club de los notables españoles y europeos, lo hizo a base de toque, de un control del ritmo de los partidos que llegó a ser insultante. Ya queda muy poco. Casi nada. El Villarreal mantiene la pausa, pero nada más. El balón lo pierde con facilidad, lo recupera con dificultad y lo desplaza con poquito acierto. Es algo así como el poso del vaso cuando la fiesta ha acabado

Y el Racing se aprovechó, a base de meter una velocidad más al partido, de echarle eso que a veces sustituye al toque, y de sacar dos faltas perfectamente ensayadas: una jugando con la intimidación de Zigic (para que marque otro) y otra, jugando al billar entre Vitolo, Garay y Colsa, que marcó de chilena mientras el Villarreal miraba.

Puso más el Racing, es decir, puso todo lo que tenía. Munitis, Zigic, pero además los sorprendentes Serrano (arrasó la banda izquierda) o Garay, un central al que le gusta la portería rival. O Momo, la apuesta valiente de Portugal cuando se lesionó Luis Fernández (probable menisco roto). Fue una disputa entre un Racing entrañable y un Villarreal lamentable. Ganó el Racing.