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El bailarín Rafael Amargo indaga en busca del artista "más primitivo"

A sus 31 años, el coreógrafo y bailarín granadino Rafael Amargo se ha dado cuenta de que "a veces no hace falta tanto y menos es más". Esta especie de trabalenguas resume la esencia de su nuevo espectáculo, Tiempo muerto, un montaje en el que renuncia a todo artificio y concede el completo protagonismo a la esencia del flamenco: cante, baile y guitarra.

Horas antes de subir al escenario del Auditorio Kursaal, el artista presentó ayer su "intimista" trabajo como "una parada en busca del Rafael más primitivo, el que se fue con 16 años de Granada". Y confesó que está más interesado por su faceta de coreógrafo que por la de intérprete, pero que el público desea verle.

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