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El transporte en Navidad

El PP moviliza a militantes para jalear la apertura de la línea 11

El metro llega a Carabanchel Alto tras 20 años de reivindicación vecinal

Llevaban esperando el metro más de 20 años, pero ayer, cuando por fin llegó, los vecinos de Carabanchel Alto aparecieron divididos: una treintena de personas se manifestó con pancartas en contra del alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, por haber llevado los parquímetros al distrito. Enfrente, más de 200 vecinos aplaudían a Ruiz-Gallardón y a la presidenta regional, Esperanza Aguirre. Esos vecinos acudieron al acto, invitación en mano, en seis autobuses fletados por el PP para la ocasión: la inauguración de las tres nuevas estaciones de la línea 11.

Un portavoz de la Comunidad de Madrid confirmó por la tarde lo que la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto denunció por la mañana: que muchos de los vecinos concentrados ayer frente a la nueva estación de La Peseta para recibir con aplausos a presidenta y alcalde habían venido en seis autobuses fletados por el PP. "Muchas personas, la mayoría jubiladas, llevaban 20 años esperando este día. Por eso el partido decidió traerlas en autobuses desde distintas partes de Carabanchel y Latina, porque para algunos de esos vecinos no es fácil trasladarse tan lejos. Era una inauguración histórica, y en total no han sido ni 300 vecinos. No veo dónde está el problema", argumentó el portavoz regional.

La Asociación de Carabanchel Alto -que también fue invitada pero declinó la oferta, aunque luego se manifestó con pancartas a las puertas de la estación- tiene otra lectura: fletando esos autobuses de vecinos afines, el PP "pretendía acallar a los vecinos que acudieron para celebrar la llegada del metro pero también para recordar a la presidenta y al alcalde que esto no justifica los incumplimientos programáticos regionales (biblioteca, centro de salud, escuelas infantiles) y los agravios municipales (parquímetros y cierre de biblioteca municipal)".

Cordón de seguridad

Los "¡Viva Esperanza!" y "¡Gallardón eres el mejor!" de los vecinos satisfechos se mezclaron así con los "¡Fuera, fuera!" de los vecinos descontentos, separados del resto por unas vallas de obra y por un cordón de vigilantes de seguridad que mantuvieron a los segundos lejos de las autoridades. Eso duró apenas tres minutos, hasta que Ruiz-Gallardón y Aguirre se metieron en la estación de La Peseta, seguidos por los vecinos que tenían invitación, y estrenaron la ampliación de la línea 11. El portavoz regional admitió que sólo quien tenía invitación entró, pero subrayó que los que protestaban habían rechazado expresamente la invitación.

La inauguración de ayer llegaba después de 26 meses de obras y dos décadas previas de reivindicación vecinal. Carabanchel, con 250.000 habitantes y un nuevo barrio en construcción en el que vivirán otras 30.000 personas, estaba conectado con Madrid sólo desde 1998 y con una línea de dos estaciones: la 11, de Plaza Elíptica a Pan Bendito. Carabanchel Alto quedaba marginado.

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La ampliación (que ha costado a la Comunidad 172 millones) ha consistido en estirar la línea 2,7 kilómetros y construir tres estaciones: San Francisco, Carabanchel Alto y La Peseta, ésta en el Ensanche de Carabanchel. Más de 50.000 viajeros usarán la línea cada día, según el Gobierno.

Aguirre y Gallardón entierran el hacha

Ayer tocaba quererse. Sólo tres semanas después de la esperpéntica inauguración del metro de Alameda de Osuna -en la que, con los ecos aún vivos de la polémica biografía de ella, presidenta y alcalde casi ni se miraron-, Esperanza Aguirre y A lberto Ruiz-Gallardón fueron ayer como dos novios reencontrados. Todo fueron risas, animadas conversaciones, agarradas de brazo, complicidad... Triunfó el amor, o las severas recomendaciones del presidente del PP, Mariano Rajoy, para que Aguirre cese los ataques al alcalde y ambos entierren las discrepancias hasta, por lo menos, las elecciones de mayo.

El beso de entrada ya fue distinto: el 24 de noviembre, gélido; esta vez, cariñoso y sonriente. Después ambos se adentraron en las profundidades de la estación de La Peseta y recorrieron las instalaciones de la nueva línea de metro sin parar de hablar. "Mira, se ha dado un beso con el Gallardón...", le susurraba una vecina atónita a otra, señalando a la presidenta. Juntos elogiaron los "supervagones", juntos visitaron la caseta del bibliometro y juntos llegaron a los discursos.

Ahí ya no hubo medida ni contención. Ruiz-Gallardón empezó felicitando el día a su correligionaria: "Querida Esperanza, muchas felicidades, hoy es tu santo"; ella correspondió preocupándose por su salud: "Ponte la chamarra, Alberto, que hace mucho frío aquí", lo que provocó alguna risa nerviosa entre los acompañantes de uno y otra.

La cosa llegó hasta este punto: "Hoy es un día inolvidable para mí porque el alcalde ha tenido la amabilidad de felicitarme y porque el metro, por fin, ha llegado a Carabanchel Alto. Gracias a todos los que lo han hecho posible y, sobre todo, a Alberto, que con su entusiasmo es quien siempre nos ha abierto camino", lanzó al auditorio la presidenta. Ruiz-Gallardón, bajo su chamarra, parpadeaba.

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