_
_
_
_

Un 'barrio rojo' entre fábricas, oficinas y viejas casas

El barrio rojo de Ipswich tiene poco que ver con su homónimo de Amsterdam. Aquí no hay bares ni cafés ni escaparates luminosos con chicas enseñando su cuerpo. Ipswich ha guardado para sus chicas de la calle una zona inhóspita en la que se mezclan fábricas, viviendas destartaladas junto a otras recién acabadas y modernos edificios de oficinas, como los que acogen a los funcionarios del ejecutivo comarcal, del Ayuntamiento y de los juzgados de lo penal. En medio de este batiburrillo, reinando como una atalaya sobre el barrio rojo, el estadio del Ipswich Town Football Club, un equipo que en tiempos mejores estaba en la división de oro del fútbol inglés, y que llegó a ganar la Copa de Inglaterra a finales de los setenta.

Más información
El asesino en serie de Ipswich 'firmó' sus crímenes con las joyas de sus víctimas

Las prostitutas de Ipswich nunca han tenido muy buena prensa y ahora se quejan de que la policía lleva años acosándolas, empujándolas a zonas cada vez más oscuras y peligrosas, impidiendo que trabajen en grupos. Gemma, Tania, Annette, Paula y Anneli se buscaban la vida por calles con nombres elegantes y sonoros como Constantine Road, Russell Road o West End Road. Buscaban clientes por los aparcamientos vacíos del supermercado Sainsbury's o frente a los escaparates luminosos y lujosos de la Jaguar, siempre a salto de mata para evitar a la policía.

Su muerte ha desatado un sonoro debate sobre la legalización de la prostitución, algo que sigue siendo tabú en el Reino Unido. El 80% de los oyentes de la BBC local se han declarado partidarios de crear zonas específicas para las prostitutas, como ocurre en varios países del continente europeo. No falta quien propone un sistema de licencias para que las prostitutas paguen impuestos.

Pero el Gobierno laborista, siempre pendiente de la agenda que le marcan los tabloides, no ha mostrado nunca especial interés por liderar el debate social desde la izquierda. Sus pasos en materia de legalización de las drogas blandas, por ejemplo, han sido tímidos y con la marcha atrás siempre a punto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_