"Ibercaja crecerá en España y no saldrá al extranjero"
En pleno debate sobre la conveniencia o no de que las cajas de ahorros salgan al extranjero y bajo qué fórmulas legales, Ibercaja, la sexta entidad española, tiene claro que no se apunta a esta nueva moda. "En España hay todavía mucho campo para crecer. No tenemos planes para salir al extranjero", comenta José Luis Aguirre, director general de la entidad. Esta apuesta se refleja en los números: Ibercaja cerrará el año con 114 nuevas oficinas, con lo que contará con una red de más de mil sucursales, lo que le coloca entre las primeras del sector.
Precisamente esta caja es una experta y pionera en las expansiones, ya que fue la autorización por error de su oficina en Molina de Aragón (Guadalajara) la que abrió el melón de la posibilidad de abrir sucursales fuera de la región de origen. Hoy, dos terceras partes de la nueva actividad se genera fuera de Aragón.
"Sin las cajas, España sería un oligopolio bancario, con peores precios para los clientes. Los usuarios tienen más confianza en las cajas"
Pregunta. ¿Cuáles son sus planes sobre la presencia de Ibercaja en el extranjero?
Respuesta. La caja no tiene pensado salir fuera de España. Nuestros planes son consolidar nuestra presencia en todo el territorio, con oficinas en todas las capitales de provincia, lo que nos convertirá en una entidad nacional. En Aragón tenemos más de 400 sucursales, pero en Madrid contamos con unas 200, lo que nos convierte en la tercera de esta región, después de Caja Madrid y La Caixa.
P. ¿Por qué tanto interés en salir fuera de Aragón?
R. Nuestra región tiene el 3% de la población por lo que si no hubieras buscado negocio fuera, la cuenta y la solvencia se hubiera puesto en peligro. Gracias a la expansión hemos podido tener un balance de 67.500 millones de euros en activos y una morosidad del 0,52%.
P. ¿Qué cuota de mercado tienen en Aragón?
R. Controlamos el 30% de los depósitos y el 20% de los créditos. Esta cuota es más baja que otras cajas porque competimos con la CAI. Entre las dos cajas, superamos el 50%.
P. ¿Qué opina de la confrontación de cajas y bancos?
R. Ambos tipos de entidades debemos convivir de forma pacífica porque trabajamos en el mismo mercado. No obstante, creo que sin las cajas, España sería un oligopolio bancario, lo que supondría menos ventajas y peores precios para los clientes. Lo cierto es que las cajas se lo hemos puesto difícil a los bancos, que han comprobado que la confianza y la vinculación emocional de los ciudadanos con las cajas es mayor que con nuestros competidores.
P. ¿Hasta qué punto las cajas son entidades dependientes de los políticos?
R. Éste es un asunto que puede perjudicar al sector. Yo puedo hablar por la experiencia de Ibercaja que ha convivido con gobiernos autonómicos del PP, del PSOE y del Partido Aragonés Regionalista. En todos los casos, los partidos políticos entendieron que la caja se debe regir por criterios profesionales. Los representantes políticos sólo alcanzan el 40% de los miembros de la Asamblea General.
P. ¿Y no ha habido presión para que Ibercaja entre en empresas públicas más o menos deficitarias?
R. Nosotros hemos apoyado iniciativas empresariales solventes. Si no tienen viabilidad, decimos que no entramos. No nos han forzado, aunque es cierto que podemos apoyar proyectos con rentabilidad a medio y largo plazo. Por ejemplo, ahora hemos apostado por Aramón, una sociedad que controla todas las estaciones de esquí del Pirineo excepto Candanchú y Astún. Hemos invertido 103 millones en mejorar remontes y pistas porque creemos que este tipo de empresas son buenas para el tejido social y empresarial de la región. Ahora Formigal es la estación con más kilómetros esquiables de España.
P. ¿Qué nuevos negocios abordará la caja?
R. Tenemos que diversificar nuestros ingresos y crecer en créditos al consumo y en empresas, más que el mercado. También hay que incrementar el negocio con clientes de rentas medias altas.
P. El crédito a la vivienda y a la construcción suman el 80% de sus préstamos. ¿Temen problemas en este área?
R. No creo que haya una crisis inmobiliaria. Los impagados dependen de que suba el paro y los tipos de interés.
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