"En 24 horas estamos al otro lado del mundo"
Uno de los fundadores de Bomberos Unidos Sin Fronteras defiende la labor del voluntariado
Ángel García Lorite, de 39 años, decidió que su actividad como bombero en el Ayuntamiento de Madrid, en el que trabaja desde hace 15 años, no era suficiente. Se lanzó a la aventura y acompañado por otros compañeros decidió crear una organización no gubernamental (ONG) que llevara sus conocimientos y buen hacer fuera de las fronteras españolas. Su misión, igual que en la capital, consiste en ayudar a los más necesitados en momentos de grandes catástrofes.
En este recorrido ha contado con la ayuda del Ayuntamiento de Madrid, entre otras instituciones, que le ha donado el material que había quedado inservible para trabajar en la capital. También cuentan con empresas que donan dinero.
"En Pakistán fuimos la primera fuerza internacional de ayuda en llegar"
Hay 380 personas dispuestas a salir para ayudar en cualquier catástrofe
Presta servicio en el parque de bomberos de Aluche (Latina). Se considera un gran amante del deporte y la naturaleza. "Entré de bombero como profesión, pero también con mucha vocación", asegura tras una sonrisa tímida. Está casado y compagina su trabajo con la familia.
Pregunta. ¿Cuándo fue creada la ONG Bomberos Unidos Sin Fronteras (BUSF)?
Respuesta. Se creó hace 10 años. Lo fundamos bomberos del Ayuntamiento de Madrid, conscientes de las necesidades que tienen compañeros de Latinoamérica en cuestiones técnicos y materiales. Decidimos asociarnos y aprovechar los materiales que se van dando de baja en España, por la normativa vigente, para trasladarlos y llevarlos a esos países donde la necesidad es absoluta. Luego, desde el punto de vista formativo y técnico, se trata de aportar nuestro conocimiento allí donde nos necesitan. Sabedores de cómo se comporta la naturaleza a veces con efectos catastróficos, es otra razón por la que nos asociamos y nos convertimos en fuerza de respuesta ante catástrofes.
P. ¿Cuántos socios forman BUSF?
R. Tenemos muchos socios y cooperantes en muchos puntos de España, desde Andalucía a Cataluña, País Vasco o Zaragoza. También en Canarias. Hay 380 personas dispuestas a salir para ayudar en cualquier catástrofe. Y tenemos representación oficial en Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Perú, Bolivia y Argentina.
P. ¿Qué siente un bombero cuándo ve catástrofes como un tsunami o temas tan graves como los atentados del 11-M?
R. Sinceramente, como bombero, tu afán es ayudar. No te planteas la causa que lo ha ocasionado. Tu inquietud pasa por estar allí y ayudar todo lo que puedas. Últimamente, hemos ido a Sri Lanka, Irak, Pakistán.
P. ¿Y cuándo ve lo ocurrido en Galicia con tantos miles de hectáreas calcinadas?
R. Es lamentable tener que ver cómo se repite este atentado contra la naturaleza año tras año. Es muy triste que nadie ponga remedio a este desastre en un país desarrollado. No nos damos cuenta de que estamos destruyendo una herencia que nos viene dada de hace muchísimos años. No hay palabras para definir lo que ha pasado en Galicia y cómo se está comportando el ser humano.
P. También disponen de unidades caninas especializadas en catástrofes.
R. Son una de las mejores que existen en todo el mundo.
P. ¿Cuál es el principal activo dentro de BUSF?
R. Sin duda, el voluntariado. Son 10 años y en este tiempo lo que más se valora es que haya tantos compañeros con tanta voluntad y tanto desprendimiento a la hora de ayudar en una catástrofe. La gente no piensa que tiene familias o hijos y decide marcharse en 24 horas al otro lado del mundo para auxiliar a personas desamparadas y desprotegidas por múltiples problemas.
P. ¿La organización tiene medios suficientes?
R. Nunca hay medios suficientes pero la verdad es que no nos podemos quejar. Desde el punto de vista de la emergencia, estamos en un momento muy bueno, porque tenemos convenios firmados con instituciones muy importantes como el Ayuntamiento de Madrid o Caja Madrid. Todo eso facilita mucho nuestra labor para tener un soporte técnico y material para poder desplazarnos a un lugar con una catástrofe en menos de 24 horas. Eso permite dejar atrás trámites burocráticos que frenan mucho el envío de ayuda. En Pakistán, por ejemplo, fuimos la primera fuerza internacional de ayuda en llegar al lugar del terremoto. Sólo tardamos seis horas.
P. ¿Lo pasan muy mal al ver tanta desgracia?
R. Es muy triste pero las desgracias siempre se ceban en los países más pobres. Es muy triste ver cómo las familias más humildes se han quedado sin viviendas porque las han construido en los lugares menos adecuados. Han perdido todo lo que tenían en cuestión de segundos. Eso les sume en la desesperación y en un shock permanente.
P. ¿Cuál es la imagen que nunca se le olvidará?
R. Hay muchas. En 1999, en el estado de Vargas, en Venezuela, íbamos por la carretera durante las labores de evacuación tras las riadas de lodo causada por unas lluvias torrenciales. Nos encontramos a una niña que iba con un gato. Paramos y la recogimos. Tenía seis años. Nos dijo que había perdido a sus papás y a sus tíos. No tenía a nadie y se echó a la carretera. En ese momento, para mí habría terminado toda la emergencia, si hubiera podido darle algo más, como traerla a España. Al final se fue a casa de unos abuelos.
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