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Reportaje:

Cataluña, enclave estratégico del narcotráfico

El aumento de las confiscaciones de hachís y cocaína indica un mayor tráfico de drogas con destino a otros países europeos

Cataluña se ha situado de lleno en las rutas internacionales del narcotráfico. Los narcos la han convertido en un enclave estratégico para el mercadeo de estupefacientes. Los distintos cuerpos policiales coinciden en un dato: todos los años decomisan mayores cantidades de droga, señal inequívoca, no ya de una extraordinaria eficacia policial, sino de que cada vez entran más sustancias ilegales en el territorio catalán.

Desde el punto de vista de un negocio ilegal muy lucrativo y enormemente rentable, el atractivo de Cataluña es doble: como potente mercado consumidor en sí mismo y como portal de entrada hacia otros países de Europa. Varios responsables de la lucha contra el narcotráfico explican que la mayor parte de la droga que entra en la comunidad autónoma acaba saliendo por los Pirineos.

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El porcentaje de lo que se exporta es mayor en el caso de la cocaína (70%), una droga cuyo consumo ha experimentado en los últimos años un fuerte aumento, que en el del hachís, que tiene un mercado interno muy consolidado por el elevado consumo entre la población juvenil. De hecho, el hachís y la cocaína son las dos drogas estrella. Un reciente estudio del Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías indica que entre 1999 y 2004, tres cuartas partes de las operaciones contra el tráfico de cannabis en toda la UE se realizaron en España, y la mitad, en el caso de la cocaína.

La heroína, que causó estragos durante los años ochenta en algunas ciudades, entre ellas Barcelona, y que en el imaginario colectivo aparece ligada a la marginalidad, dista mucho de poder competir con ellas. Su consumo es minoritario. Pero incluso en el caso de la heroína, la policía ha detectado un incremento en su comercialización. "Algunos extranjeros de Europa del Este la consumían en sus países de origen y, al llegar aquí, la siguen pidiendo. Y si hay demanda, hay oferta", explica el jefe de la Unidad Central Operativa de Estupefacientes de los Mossos d'Esquadra (UCOE), Toni Salleres.

En lo que va de año, la Guardia Civil se ha incautado de 700 kilos de cocaína sólo en el aeropuerto de El Prat. La cifra puede no indicar mucho por sí sola, pero explica algo más si se compara con los 178 kilos decomisados en el mismo periodo de 2005. El aumento es de más del 400%. Además, las detenciones de muleros -personas que transportan droga en el interior del cuerpo- también se han multiplicado. Sólo en noviembre, el Cuerpo Nacional de Policía arrestó a 10 personas, frente a las 6 del año pasado. También en 2005 los Mossos d'Esquadra desarticularon dos grupos organizados y se hicieron con 11 toneladas de hachís.

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¿Cómo se justifica esta tendencia al alza? En el caso del tráfico de hachís, la explicación hay que ir a buscarla al sur de España. La instalación del Sistema de Vigilancia Exterior

(Sive) ha permitido neutralizar a la mayoría de lanchas rápidas que antaño desembarcaban la mercancía, con relativa facilidad, en las costas andaluzas. "Blindada la zona sur, la actividad se ha desplazado hacia toda la costa de Levante, y en especial a Cataluña", asegura Salleres.

Este grupo de narcos está integrado, casi en su totalidad, por marroquíes. Desde las costas del país norteafricano, uno de los mayores productores de hachís del mundo, las embarcaciones parten con la cantidad mínima de combustible que les permita llegar a Cataluña. "Cualquier playa es buena para desembarcar; también llegan a través de los puertos deportivos, donde la vigilancia es la que es", confiesa el jefe de la UCOE. Cada una de estas embarcaciones semirrígidas puede transportar unos 3.000 kilos de hachís.

El territorio catalán forma parte del llamado triángulo de la droga español: Madrid, Valencia y la misma Barcelona. El auge en el tráfico de drogas está en el aumento de las rutas aéreas internacionales. Los traficantes transportan la droga desde sus países de origen (Colombia, Ecuador o Venezuela) hasta El Prat, pero antes suelen hacer escala en alguna otra ciudad europea. "Su objetivo es despistar para que perdamos el rastro", explica el capitán jefe de la compañía puerto de la Guardia Civil, Julián Solórzano de Prádena.

Pese a la proliferación de muleros, las grandes cantidades de cocaína llegan a través del puerto de Barcelona. El año pasado, la Guardia Civil logró interceptar 3.400 kilos de cocaína, que viajaba escondida en grandes contenedores de mercancías. Puesto que un puerto como el de Barcelona debe ser ágil para que sea viable económicamente, sólo se inspeccionan "entre el 4% y el 5% de los contenedores", explica Solórzano.

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