"La fotografía construye enigmas"

Jorge Molder (Lisboa, 1947) ha desarrollado siempre su trabajo al margen de las modas y de las concepciones dominantes en el medio fotográfico. Casi desde sus comienzos en los años ochenta, el tema recurrente de sus obras ha sido él mismo, encarnando un personaje en constante escenificación, cuya figura y, especialmente, su rostro, se convierten en los elementos básicos de unas imágenes enigmáticas que interrogan sobre la propia naturaleza de la creación artística, sobre las posibilidades narrativas de la fotografía y sobre nuestra percepción del tiempo y la realidad. Jorge Molder, además, incorpora en sus propuestas toda una gama de referencias literarias, artísticas y filosóficas, que convierten sus obras en complejos mecanismos cargados de capas de significación.

PREGUNTA. Usted es el tema de la mayor parte de sus series. La aparición de su propia imagen en las fotografías, casi siempre con el mismo vestuario (traje oscuro, camisa blanca y corbata), parece funcionar como una especie de encarnación.

RESPUESTA. Sí, pero puede ser mi propia persona o un disfraz, puedo estar como autorretratado o como autorrepresentado. En el fondo estoy encarnando el papel de un modelo, soy el modelo de mis fotos. Un autorretrato intenta mostrar algo del interior, o encontrarse o conocerse mejor, en ese sentido, mis fotos son más autorrepresentaciones que autorretratos. Sin embargo, algunos objetos, como el dado, el cuchillo o las sillas, sí tienen que ver conmigo mismo, y ahí son autorretratos. Estos elementos no son decorativos, por el contrario tienen una carga emocional o biográfica muy fuerte. En cuanto al vestuario, es un elemento que garantiza continuidad entre las series. Lo elegí porque es discreto y eficaz, es funcional. Es como el grado cero del vestuario. Es todo el mundo y ninguno. Es un personaje totalizador, aquí está todo el mundo, pero, al mismo tiempo, también indica la ausencia, el vacío.

P. En su concepción de la fotografía contrapone a la evidencia de lo fotográfico, la idea de una imagen enigmática, en cierto modo latente.

R. De hecho, no creo que las imágenes puedan contar una historia, la fotografía construye enigmas, situaciones equívocas. Para dar continuidad a una narrativa es más adecuada la literatura, cuando el arte se ocupa de lo narrativo se vuelve fácilmente retórico.

P. La luz es fundamental en su lenguaje artístico. ¿Es el factor que modula lo visible y lo no visible del mundo que nos rodea?

R. La unidad de mis fotos viene de la cuestión de cómo se construye una imagen. La luz es lo que permite hacer una imagen. San Juan de la Cruz decía que en un cuarto oscuro puede verse la luz. Si la luz desaparece, lo que construye la imagen deja de existir. La idea de cómo se construye la imagen con la luz es lo que desde un punto de vista formal recorre todo lo que hago, desde los objetos hasta las personas.

P. ¿Qué papel juega en sus imágenes la ironía y la parodia?

R. Es un motor importante porque hace que la vida tenga más sentido, la ironía pone en evidencia, de un modo irremediable, las situaciones. Además, cuando se trabaja con un planteamiento muy abierto y que aborda diversas cuestiones, como es mi caso, el humor es algo que puede ayudar a poner límites a la meditación y frenar una ambición desmesurada en la reflexión. Es el elemento concreto.

P. Sus imágenes parecen situarse en un lugar intermedio entre lo concreto y lo abstracto, entre lo familiar y lo extraño. Esa difusa frontera parece remitir en su trabajo a la idea de búsqueda y a la dificultad para encontrar respuestas.

R. Mi serie Secret agent, por ejemplo, tiene que ver con la búsqueda de algo como metáfora artística, eso es de hecho el trabajo del artista, la búsqueda; no encontrar, que es algo que tiene que ver con hacer preguntas y dar repuestas y eso es algo limitado necesariamente. Un escritor importante para mí es Witold Gombrowicz, especialmente su obra Cosmos y la idea de una búsqueda que no tiene fin. Lo verdaderamente importante es el movimiento, el cambio o la tensión, y no lo que realmente sucede. Me interesa también descubrir situaciones que forman parte de lo cotidiano, pero que nos resultan lejanas, distantes, poco conocidas o desconocidas. Una de mis últimas series, Condición humana, trata de ello. Una parte de la condición humana consiste precisamente en eso, en hacer movimientos, gestos, es algo con lo que hay que cumplir, es como un ritual.

P. La memoria, el paso del tiempo, también son temas recurrentes en su trabajo.

R. Para mí, algo importante es el tamaño de la memoria. Pero no la memoria entendida como organización histórica y factual, sino en relación con el mundo que vivimos y amamos, con nuestros afectos. Nuestra vida tiene que ver con algo más amplio que nuestros recuerdos, nuestra memoria abarca las memorias de todo aquello que nos toca, de aquello por lo que nos interesamos, nos llega o nos afecta. Son importantes las cosas que te ocurren en el día a día, en el café, en el metro, en la calle, las conversaciones que mantienes, elementos que hacen disparar una búsqueda.

Jorge Molder. Algún tiempo antes. Fundación Telefónica. Gran Vía, 28. Madrid. Hasta el 21 de enero de 2007.