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Reportaje:

'Traición' en el cielo

Judíos ultraortodoxos amenazan a la compañía El Al por volar en 'sabath'

El pánico se adueñó el viernes pasado del pasaje de un avión de la compañía de bandera israelí El Al. Muchos pensaron que era el final. Pero el aparato, que había sufrido una avería en el tren de aterrizaje, dio media vuelta y aterrizó sin mayores contratiempos en el aeropuerto Ben Gurión, en las afueras de Tel Aviv. Un milagro, no dudaban en afirmar los ultraortodoxos judíos, convencidos de que la mano de Dios, al que nunca nombran, les salvó de la muerte. La empresa decidió quebrar una de sus señas de identidad y los aviones despegaron rumbo a varios destinos aunque el sabath comenzaba escasas horas después. Una huelga de funcionarios y trabajadores del aeropuerto hizo imprescindible la ruptura del precepto religioso para aliviar la congestión del aeródromo. Sin embargo, para los judíos más fieles -que sí tenían un permiso excepcional de sus rabinos para volar durante la festividad y así no perder su desembolso- no hay otra prioridad que respetar el sabath. Y no están dispuestos a pasar una más.

La empresa rompió el precepto religioso para superar la congestión en el aeropuerto Ben Gurion

Rabinos de diversas tendencias alientan a sus partidarios a boicotear a la empresa; las cancelaciones de billetes han sido abundantes, y ahora exigen que El Al se comprometa que nunca más habrá un avión en el aire durante la jornada sagrada, que comienza a la puesta del sol del viernes.

Los ultraortodoxos judíos, clientes mimados por El Al, vieron en el percance señales inequívocas de la contrariedad divina. "Volar con El Al supone un riesgo para la vida", declaró el lunes en una cadena de radio el rabino Haim Kanievski. En principio, las anulaciones de billetes fueron espontáneas. No obstante, poco después los líderes religiosos comenzaron a lanzar amenazas y la dirección de la compañía pidió reunirse con los rabinos.

"Fue una locura por su parte", comentó el rabino Avraham Ravitz, miembro del partido Unión por la Torá y el Judaísmo. "No importa si lo hicieron por dinero. Fueron advertidos de que los vuelos en sabath ofenderían a un sector entero de la población y decidieron hacerlo. Teníamos un acuerdo con El Al y lo han violado. Es así de simple", añadió. Su compañero, el diputado Yaakov Litzman ha amenazado con presentar una moción de censura contra el Gobierno de Ehud Olmert, que hace escasas semanas destituyó a un alto funcionario del Ministerio de Infraestructuras por permitir el traslado de maquinaria pesada a una central eléctrica. También había caído ya la noche del viernes.

Por si algo faltaba, un nuevo acontecimiento alteró aún más los ánimos de los ultraortodoxos. La Radio del Ejército informó el martes de que en un vuelo Moscú-Tel Aviv se repartieron bocadillos que no eran kosher, es decir, que no se ajustaban a las prescripciones dietéticas del libro sagrado de los judíos. De poco han servido las explicaciones de El Al, que asegura haber informado a los pasajeros de la condición de los alimentos y que se repartió fruta apta para el consumo de los religiosos.

En todo caso, cunde la preocupación en la compañía aérea, recientemente privatizada. Entre el 20% y el 30% de sus clientes son ultraortodoxos que se dirigen principalmente a Nueva York y Londres. La empresa se desvive por satisfacer cualquier demanda de esta clientela. Así, estos pasajeros con sus trajes y sombreros negros, largas barbas y tirabuzones, cuentan con espacios para la oración, exigen que ninguna mujer ocupe el asiento contiguo, disponen de canales en los que pueden escuchar con los auriculares las prédicas de los rabinos, y por supuesto la comida que se reparte es kosher, como mandan los cánones de la Torá. Sólo representan el 10% de la población israelí, pero su poder político sobrepasa con creces su peso demográfico. Y sus privilegios -no sirven en el Ejército y la gran mayoría vive de las subvenciones públicas para dedicarse exclusivamente a los estudios bíblicos- son insoportables para gran parte de los contribuyentes israelíes.

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