_
_
_
_
_
Reportaje:TURQUÍA Y LA UE / 2 | El futuro de Europa

La isla camina hacia la ruptura definitiva

La incorporación a la UE no ha hecho avanzar la reunificación del territorio dividido

Juan Carlos Sanz

Poco después de que los artificieros de la ONU retiraran a finales de noviembre las últimas minas sembradas en la Línea Verde, que parte en dos Chipre desde hace tres décadas, un grupo de alumnos turcochipriotas atravesaba el último muro que divide una capital europea para estudiar en el Colegio Británico de Nicosia. En el peor incidente registrado desde 2003, cuando la libre circulación entre ambos sectores de la isla reavivó las esperanzas de reunificación, una veintena de adolescentes grecochipriotas apaleó a los estudiantes turcochipriotas, que huyeron hacia el check point de Ledra.

No es necesario volver a atravesar el tenebroso puesto de control del hotel Ledra Palace, el principal paso peatonal entre ambos sectores de Nicosia, para saber dónde acaba Europa, entre alambradas y sacos terreros. El ingreso de la República de Chipre -que sólo administra de forma efectiva el sur de la isla- en la Unión Europea no parece haber representado ningún avance en la solución de uno de los conflictos internacionales más antiguos con presencia de cascos azules de Naciones Unidas.

Nicosia insistirá ante los Veinticinco para que aumenten la presión sobre Turquía
Más información
El Gobierno grecochipriota comienza a derribar el muro que divide la ciudad de Nicosia

"Los chipriotas somos los principales interesados en la incorporación de Turquía a la UE, pero de una Turquía con valores europeos, y por eso votamos a favor del inicio de las negociaciones de adhesión", advierte la diplomática Erato Kozakou-Marcouillis, máxima responsable en el Ministerio de Exteriores chipriota en las relaciones con Ankara. "No podemos aceptarles mientras sigan ocupando militarmente un tercio de nuestro territorio y de haber empujado a 150.000 desplazados desde el norte hasta el sur de la isla", advierte esta antigua embajadora en Washington entre retratos en los que saluda a los presidentes Bill Clinton y George W. Bush.

Kozako-Marcouillis asegura que Nicosia insistirá ante los Veinticinco para que se "aumente la presión" sobre Turquía para que cumpla sus compromisos con la UE y permita la entrada de los barcos y aviones de Chipre en sus puertos y aeropuertos. "La propuesta de la Comisión Europea no parece una sanción suficiente", agrega, "y en ningún caso debería incluir una mención a las negociaciones en la ONU, que tienen un marco distinto".

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Visto desde el último edificio de la parte turca de Famagusta, el distrito griego de Varosha es hoy una ciudad fantasma. Hoteles y lujosas residencias se han convertido en uno de los más sombríos escenarios de guerra y abandono en una isla teóricamente europea. El Ejército turco prohíbe la entrada a una zona que, según los acuerdos de alto el fuego que pusieron fin a los enfrentamientos tras la invasión militar turca de 1974, debería haber quedado bajo control grecochipriota. Una propuesta de acuerdo, auspiciada por la presidencia finlandesa de la Unión, para entregar Varosha al Gobierno de Nicosia a cambio de permitir el tráfico marítimo internacional en el puerto de Famagusta, se ha estrellado contra la incomprensión de ambas partes.

El referéndum sobre una reunificación organizado por la ONU en abril de 2004, poco antes del ingreso efectivo de la República de Chipre en la UE, significó también una confirmación de la partición de la isla. El norte turco respaldó masivamente el mientras el sur griego se pronunciaba mayoritariamente por el no a la inmediata creación de un Estado confederal en toda la isla.

Andres Pasarchos, director del diario Politis, es una de las pocas voces críticas de la sociedad grecochipriota que defendió el a la reunificación. "El presidente Tassos Papadopoulos nunca aceptará el levantamiento del embargo internacional al norte sin obtener importantes contrapartidas, si lo hace sería su suicidio político. Todo dependerá de los resultados electorales de 2008 y de si puede mantener su coalición entre su partido conservador y sus actuales socios poscomunistas", reconoce Pasarchos. "Al final, tenemos un peso muy limitado ante Europa. Nosotros somos un millón de chipriotas, pero los turcos son más de 70 millones de consumidores para los mercados europeos y no nos cabe esperar siempre un apoyo incondicional de Grecia", argumenta en un restaurante grecochipriota cerca del paso del hotel Ledra Palace.

Al otro lado de la Línea Verde, Sener Levent, director del diario Afrika, mantiene uno de los reducidos frentes de oposición al poder del presidente de la entidad turcochipriota, Alí Mehmet Talat. "El poder real está en Ankara, Talat hablaba antes de ser elegido de solución al conflicto y de reunificación, pero ahora sólo hace lo que le ordena Ankara".

Como la mayoría de los 80.000 turcochipriotas "de origen", es decir, de familias asentadas en la isla antes de la invasión turca de 1974, Levent cree que ahora forma parte de una minoría en su propio país: rodeado por 100.000 colonos llegados desde Anatolia y vigilado por más de 35.000 soldados turcos.

Estudiantes grecochipriotas se manifiestan en Nicosia en 2003.
Estudiantes grecochipriotas se manifiestan en Nicosia en 2003.AFP

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_