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Reportaje:

Fiesta gastronómica en el espacio

El 'chef' Alain Ducasse elabora un menú especial para astronautas

La vida de los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS) puede ser a veces muy excitante y el paisaje que contemplan es, ciertamente, magnífico, pero por lo general las jornadas en la oscuridad opaca del espacio transcurren de forma monótona, en un cubículo reducido, siempre flotando en la microgravedad y sin demasiados momentos de placer. Ni siquiera la comida, en la vieja tradición aséptica, preparada por rusos y americanos, ofrece mucho gusto a los habitantes de la ISS. Pero el pasado 23 de octubre, una nave espacial Progress a bordo de un propulsor Soyuz despegó del cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, llevando a bordo un cargamento de platos preparados por el gran chef Alain Ducasse en colaboración con el Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia (CNES) y el Instituto de la Alimentación de Moscú.

El pasado sábado, los tres astronautas que actualmente habitan la ISS se dieron un banquete con las viandas llegadas de la Tierra y comentaron la experiencia por videoconferencia con algunos periodistas y miembros del CNES en sus instalaciones del País Vasco francés, El alemán Thomas Reiter, el hispano-norteamericano López Alegría y el ruso Tyurin, mostraron primero el menú envasado en cajitas muy ligeras, de una aleación de aluminio y manganeso, para viajar al espacio y para ser consumido en microgravedad.

La carta, en realidad, podía ser la de cualquier restaurante de postín: perdices al Madiran, pollo Parmentier, magret de pato confitado, pez espada a la Riviera, caponata... o postres como el bautizado faro del espacio, eran algunas de las propuestas de este menú que los astronautas no dudaron en calificar como "de domingo". Los tres habitantes de la ISS disfrutaron de cada momento de su comida. "Es absolutamente delicioso", decía Reiter, "ha sido fantástico, buen regalo para un domingo". La vida en la estación espacial, por más fascinante que pueda parecer a los ojos del común de los mortales, no es precisamente una fiesta, explicó el astronauta alemán. Y la buena comida es una de las cosas que más sube la moral. "La comida es algo que nos saca de la rutina, es una de las cosas en las que realmente encontramos placer. La verdad es que cuando decidimos comer uno de estos menús nos tomamos nuestro tiempo y lo saboreamos", explicó Reiter.

Tyurin, que bautizó el acontecimiento como "un almuerzo francés", a la pregunta de si el hecho de estar en el espacio, en microgravedad, modificaba el sabor de los platos, respondió: "Sí, es verdad, la impresión que uno tiene es que se pierde algo de sabor. Tal vez sea por el hecho de que lleva ya un tiempo en el espacio y el sabor se desvanece, pero también es posible que lo veamos así porque, por lo general, a todos nos gustaría tener algo de comida más sabrosa, más picante, con sabores distintos".

Pero faltaba algo para que la experiencia gastronómica fuera redonda. "Todos estuvimos de acuerdo en que disfrutábamos pero no nos cabía la menor duda de que hubiera sabido mucho mejor si hubiéramos tenido un buen vino para acompañarla", dijo López Alegría. "Quién sabe si en el futuro será posible", añadió esperanzado.

El vino todavía no entra en los planes de los cocineros y científicos que han preparado este programa, aunque sí que están elaborando nuevos platos a añadir a la lista actual, todavía corta. "Se los ofrecemos para subrayar acontecimientos especiales", explica Alain Maillet, del CNES, "con ocasión de un relevo de la tripulación, cuando han hecho una salida al espacio o con motivo de un cumpleaños. Es una manera de apoyarles y de mejorar su vida cotidiana".

Pero estos menús gastronómicos no sólo tienen una función psicológica y, obviamente, placentera, sino que forman parte de un trabajo científico en el contexto de las investigaciones sobre la fisiología humana que coordinan varios centros de excelencia europeos. Se trata de elaborar menús y cuantificar las necesidades energéticas de los astronautas para vuelos de larga duración, como sería el viaje a Marte.

Y también para otro tipo de actividades. De hecho, no han sido los astronautas los primeros en probar los menús de Ducasse. El pasado verano, los exploradores franceses Oliver Pezeron y Arnaud Fauvet, que atravesaron Groenlandia esquiando durante 20 días, fueron los primeros en probar su valor nutritivo y gustativo. Antes, incluso, el corredor Henri Pescarolo se llevó una muestra al rally París-Dakar.

Los astronautas degustan el menú Ducasse. Abajo, uno de los platos, pudin de arroz con frutas confitadas.
Los astronautas degustan el menú Ducasse. Abajo, uno de los platos, pudin de arroz con frutas confitadas.ISS-PIERRE DESGRIEUX

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