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Ángel Corella baila a Mozart en su particular tributo al genio en el Kursaal

El artista dice que sigue aprendiendo, incluso de la gente de la calle

Ángel Corella (Madrid, 1975), bailarín principal del American Ballet desde hace diez años, vive un momento dulce. Su agenda está cargada de compromisos, le llueven los reconocimientos y está a punto de materializar uno de sus sueños; la creación de una escuela para chavales de entre 12 y 18 años, que se presentará en febrero y tendrá su sede en La Granja de San Idelfonso. Ayer habló de sus orígenes, de este presente y también de su futuro, horas antes de rendir homenaje a Mozart en el Kursaal donostiarra. Bailar a este genio "es todo un lujo", dijo. "Te da energía y te empuja a continuar". Él y los solistas del American Ballet repetirán hoy la actuación.

"Soy bailarín porque tengo que ser bailarín. No hay otra alternativa. Escucho música y el cuerpo se me va". Se le ha ido siempre. Se le fue con cuatro años, el día que acompañó a su madre a recoger a sus hermanas a clase de ballet y todo el mundo vio claro que su futuro estaba sobre los escenarios. Y así ha sido.

Corella, Premio Nacional de Danza en la Modalidad de Interpretación y Benois de la Danse al Mejor Bailarín del mundo por su trabajo en Other Dances de Jerome Robbins, ha conquistado la crítica y público a golpe de esfuerzo, formación continua y humildad. Reconoce haber aprendido de maestros como Víctor Ullate, pero también de sus compañeros de profesión. "Aunque estés en lo más alto tienes que seguir observando a tu alrededor". En este oficio, que requiere técnica pero también dotes para la interpretación, "se aprende incluso de mirar a la gente por la calle", afirma. Tampoco cabe relajarse ante los reconocimientos. "Acepto los premios porque es un honor, pero sé que al día siguiente, cuando me ponga en la barra, a mi cuerpo le van a ser indiferentes".

El bailarín rindió anoche -y lo hará de nuevo esta tarde- homenaje a Mozart en el 250 aniversario de su nacimiento con un conjunto de coreografías creadas sobre composiciones del genio de Salzburgo. El programa incluye en la segunda parte la representación de El corsario, conocido y exigente ballet basado en un romance publicado por Lord Byron. Con esta pieza "tienes que poner el 200% de la energía en el escenario", aseguró.

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