El truco de la ópera
En la brevedad de nuestra vida caben cientos de los millones de historias de ficción que ha creado la humanidad a lo largo de su existencia; historias que se viven más allá de la racionalidad, en especial en el mundo de la ópera, en el que los intérpretes se expresan cantando, condición inimaginable en la vida real, pero fascinante para el público sobre un escenario. Y es que la ópera es un mundo de sueño y seducción en el que la obra de arte total imaginada por Richard Wagner es posible en un marco en el que reina la fantasía.
Pero si la ópera seduce desde el patio de butacas, asombra más desde detrás del escenario, donde el truco que propicia buena parte de esa fantasía se muestra al descubierto cautivando al visitante que transita por los entresijos de un teatro lírico gracias a la nueva ruta turística creada por el Liceo de Barcelona. Hacer comprensible la dimensión de un montaje operístico hasta que llega al escenario y mostrar los espacios de trabajo y la labor que realiza el personal del teatro es el propósito de este nuevo itinerario, que a diferencia de las visitas turísticas convencionales, que sólo transitan por los espacios públicos -sala y salones de desacanso-, requiere de reserva previa (teléfono 934859914 y visites@liceubarcelona.com). Reservemos pues.
Si la ópera seduce desde el patio de butacas, asombra más desde detrás del escenario con la nueva ruta de visitas creada por el Liceo
"¡Qué grande es esto!", exclama un visitante al inicio de la ruta. El grupo, de 12 personas, buena parte de ellos abonados del teatro, está citado en la puerta principal del teatro y durante 90 minutos recorrerá, de la mano de Ramon Bassas, guía voluntario de la asociación Amics del Liceu, un auténtico laberinto de pasillos donde descubrirá la cara oculta de la ópera. Salvo el vestíbulo y el pasillo de acceso a platea, el itinerario transita por espacios ignotos para el público, cuyo primer descubrimiento arranca en la quinta planta, 20 metros sobre el nivel del escenario, en la sala de ensayos Mestres Cabanes, repleta actualmente de baúles, bolsas de viaje, mesas y sillas pertenecientes al atrezzo de la próxima producción que se estrenará, Manon Lescaut, de Puccini, el 22 de diciembre. A partir de aquí siempre se desciende en un continuo de escaleras y pasadizos llenos de botellas de agua y decorados con fotos de montajes operísticos presentados en el teatro.
Cajas con vestuario de las óperas Lucia di Lammermoor y Manon Lescaut dan pistas de que nos hallamos en zona de sastería (cuarta planta). Mesas de plancha profesionales, una pared llena de carretes de hilo y colgadores repletos de vestidos con el aviso de "OK", "Arreglos" o "Repaso" marcan la guía de trabajo para el personal de sastería (16 personas con un horario de 8.00 a 23.00 horas que en días de función se alarga hasta la una de la madrugada). "¡Cuánto trabajo!", exclama una mujer del grupo, que añade: "Por esto la ópera es tan cara".
Una planta más abajo (la tercera) se hallan los camerinos del coro, tres pisos por encima del escenario. Son colectivos, pero están separados, chicas por un lado y chicos por otro. "Se visten, peinan y maquillan solos", informa el guía, aunque añade que en caso de caracterización compleja cuentan con la asitencia de un profesional. "Con Aida este camerino debe de ser un hervidero", apunta uno del grupo. En la misma planta están las salas de ensayo de la orquesta y el coro, donde otro visitante se sorprende al saber que en el Liceo trabajan 440 personas. "¡Pero si es cómo una empresa!", compara.
Pasamos de la segunda planta (dirección) para descender hasta la primera por la zona de camerinos de los solistas y el director de orquesta. "Son sencillos, todos iguales y se parecen mucho a una habitación de un hotel de tres o cuatro estrellas", advierte Ramon Bassas. Ciertamente no impresionan y todo el grupo dentro de uno de ellos parecemos los hermanos Marx en un camarote. Seguimos el descenso y entramos en el escenario, donde conviven los decorados de dos óperas, la que sólo le queda una función (ayer) y la que la sustituirá en cartel. Los laterales de escenario están iluminados, pero el escenario propio está a oscuras. Está a punto de iniciarse una respresentación de El carnaval de los animales que escolares aguardan sentados en platea y anfiteatro. En la oscuridad se intuye la inmensa torre escénica en la que "cabe, con pedestal incluido, la estatua de Colón", afirma el guía. Sobre el escenario se vive la ópera y cuando alguien del público lo pisa revive tanto las noches memorables como las polémicas; así lo hace uno de los visitantes, que rememora el estreno, ahora hace seis años, de Un ballo in maschera con dirección de escena de Calixto Bieito: "¡Nos lo estamos tragando todo", brama.
Y el descenso continúa, planta -2, peluquería y caracterización, sala de control de realización y lavandería; y -3, boxes inferiores, donde se montan las escenografías, donde finaliza con ganas de que el Liceo abra una nueva ruta para ver una noche de función detrás del escenario.
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