Con Ronaldo es otra historia
El Madrid remonta ante un dignísimo Athletic tras apostar Capello por el delantero brasileño
Estaba derribado el Madrid. Sin juego, sin ocasiones, sin fe. El Madrid de Capello en su máxima expresión, fantasmal en su juego. Insoportable a ratos. Vio el panorama Capello, allá en el descanso, y se lio la manta a la cabeza. Fuera Emerson, fuera Reyes; dentro Beckham, dentro Ronaldo, armamento pesado y fantasía, la casa por la ventana, valiente por fin Capello. Sufría el Madrid ante un Athletic mucho más que digno cuando Capello rectificó. Remontó el Madrid gracias a la decisión del italiano, gracias a Ronaldo y gracias a Casillas. Como toda la vida.
Durante muchos minutos, 45 más o menos, dio la sensación de que todo dependía de Robinho. De que su magia podía ser decisiva en un partido que el Madrid manejó como maneja todos: con ganas, muchas, y con torpeza, toda la del mundo. Torpeza en la creación, en las transiciones, en los apoyos. Duele el fútbol del Madrid tanto como asusta su pegada, su capacidad para sacar premio de la nada. De una aparición de Raúl, por ejemplo, en los ratos libres que le deja el maratón en el que convierte cada partido. Como aquella que despertó al Madrid, tras un cuarto de hora de modorra. Recibió el capitán el balón y lo golpeó con todo, sin parar, en la media luna del área. Salió cerca del palo.
REAL MADRID 2 - ATHLETIC 1
Real Madrid: Casillas; Salgado, Sergio Ramos, Mejía, Roberto Carlos; Diarra, Emerson (Beckham, m. 46); Robinho, Raúl, Reyes (Ronaldo, m. 46); y Van Nistelrooy.
Athletic: Lafuente; Iraola, Sarriegi, Prieto, Expósito; Javi Martínez, Orbaiz (Murillo, m. 58): Etxeberria (Casas, m. 80), Yeste (Urzaiz, m. 70), Gabilondo; y Aduriz.
Goles: 0-1. M. 34. Falta al borde del área. Lanza Prieto, el balón rebota en el pecho de Gabilondo y se cuela. 1-1. M. 64. Pase largo de Sergio Ramos a Ronaldo, que para la pelota y bate a Lafuente por bajo. 2-1. M. 83. Córner que saca en corto Beckham sobre Salgado, que cede a Roberto Carlos para que éste marque de duro disparo desded fuera del área.
Árbitro: Rodríguez Santiago. Expulsó a Aduriz (m. 74) Amonestó a Sergio Ramos, Diarra, Expósito, Beckham y Murillo.
Unos 75.000 espectadores en el Bernabéu.
Pero esa jugada fue la excepción en un primer tiempo de tono sombrío. Al Madrid, durante ese tramo del partido, sólo se le encendió la luz cuando Robinho se hizo presente. Cuando posó el balón en su pie derecho como si éste fuera una almohada, amagó con una bicicleta, con dos, antes de inventarse una vaselina que dejó solo a Salgado ante Lafuente, quien sacó el disparo del lateral.
Se maneja el Madrid a latigazos. Vive acorazado atrás, a la espera de que la inspiración, o alguna jugada a balón parado, le dé réditos. Como nada de aquello ocurría (ya ocurriría después), el Athletic se dedicó a tocar y tocar, con tranquilidad, como si todas sus urgencias, que las tiene hasta decir basta, hubieran desaparecido. Se fue creciendo el equipo de Mané, que tuvo buena pinta, a lo que sin duda le ayudó que era protagonista de un choque en el que no pasaba nada. Hasta que pasó. Una falta al borde del área cambió el partido y cambió, sobre todo, el ideario de Capello. Lanzó la falta con todo Prieto, el balón rozó en el pecho de Gabilondo y se fue dentro. Ni el árbitro ni el juez de línea se precataron de la posición de Gabilondo, en fuera de juego, solo como estaba ante un Casillas desesperado.
Estaba a gusto por entonces el Athletic. No es el bilbaíno un equipo que tenga mala pinta en cuanto a nombres se refiere. Al menos, del centro del campo hacia arriba, que la defensa es un castigo. Ayer se metió en más de un lío sin razón aparente, sólo por el gusto que le tienen sus centrales a perder la posición sin que nadie les empuje a ello. Sobrevivieron durante más rato que lo previsto. Sobrevivieron, en fin, hasta que apareció Ronaldo.
Fue en el descanso cuando Capello se lanzó al monte. Rompió el idilio que ha bendecido entre Emerson y Diarra y buscó dinamita para el quipo. Prescindió de un Emerson al que sigue sin entender el Bernabéu, por mucho esfuerzo que le ponga el hombre a la tarea, y de Reyes, de quien no se habían tenido noticias. Apostó el técnico italiano por Beckham y por Ronaldo, al que la grada recibió con alborozo.
Dos carreritas y un intento de irse de un defensa sin conseguirlo y sin poner demasiado empeño en la tarea. Ésta había sido la mínima contribución de Ronaldo cuando allá que voló el pase de Sergio Ramos. Vio éste cómo Ronaldo daba un paso al frente y lanzó el balón largo, a la carrera, perfecto. Ronaldo recibió aquel regalo encantado de haberse conocido, lo rozó con cuidado, casi rindiéndole pleitesía, con su bota derecha, dejó atrás a un Sarriegi en estado de pánico y golpeó el balón abajo, casi dejándolo rodar, con la parte interior del pie.
Ronaldo acababa de levantar a su equipo de la lona. El partido recuperó ritmo, porque el Madrid apretó y el Athletic jamás bajó los brazos. Siguió tocando y jugando por las bandas, una apuesta más que valiente ésta de Mané. Pero el ímpetu se llevó por delante a Aduriz, que entró en una guerra de guerrillas con Sergio Ramos y Diarra por aquello de los codazos, y acabó abriéndole el pómulo al africano. Fue expulsado. El Madrid, ya contra diez, se lanzó con todo al ataque, con el público bramando cada acción. Lafuente sacó un disparo enorme de Ronaldo tras una combinación de película entre éste, Raúl y Roberto Carlos. Y fue precisamente Roberto Carlos quien acabó firmando la remontada, con un trallazo raso a la salida de un córner que le daba al equipo el triunfo y le colocaba a un punto del Barça en la clasificación. Aún dio tiempo a que el Athletic gastara toda su munición, un instante antes del final, con aquel disparo que era gol o gol de Iraola. Pero entonces llegó Casillas.
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