Convergència i Unió crea un Gobierno en la sombra para fiscalizar la acción del tripartito de izquierda
Convergència i Unió pretende visualizar públicamente que su tarea de oposición va a cambiar respecto a la anterior legislatura y que, pese a denostar antiguas fórmulas, lo importante es que la labor de los parlamentarios nacionalistas ponga en un brete constante a los consejeros de izquierda, pero, sobre todo, que la ciudadanía perciba la existencia de una alternativa.
Estas actuaciones van a hacerse patentes en el quehacer diario del Parlamento catalán. A partir de ahora, CiU efectuará un marcaje de cerca al tripartito. Para ello, ayer dio a conocer la constitución de un Gobierno en la sombra que los convergentes han bautizado Gabinete de impulso y seguimiento.
Cada consejero del Gobierno de la Entesa será fiscalizado por uno o dos parlamentarios de la formación nacionalista, que controlarán sus decisiones y las medidas que vaya adoptando. El Gabinete paralelo de CiU celebrará sesiones todas las semanas, justamente los martes por la tarde, después de que por la mañana lo haga el Consell Executiu de la Generalitat.
El objetivo, según comentó el portavoz parlamentario de los nacionalistas, Felip Puig, es "impulsar el programa de Gobierno de CiU y dar un impulso a los asuntos importantes de país, allá donde el tripartito dos no llegue por problemas de divergencias internas", además de "hacer un estrecho y minucioso seguimiento de la acción de gobierno". Cada consejero en la sombra será el que controle a su respectivo alter ego en las tareas parlamentarias, intervenga en los plenos y actúe de interlocutor no sólo con los medios de comunicación, sino con el sector de la sociedad civil correspondiente.
Los portavoces de Convergència, Felip Puig, y de Unió, Josep Maria Pelegrí, serán quienes presidan este Ejecutivo paralelo, que, como el oficial de izquierdas, tendrá 14 departamentos. Sin embargo, a diferencia de áquel, el líder del partido no estará presente. Artur Mas sólo asistirá una vez al mes a las reuniones porque pretende dedicarse a las actividades del partido propiamente dichas, sobre todo por sus visitas al territorio, y delegar la mayoría de las labores parlamentarias a Puig y Pelegrí, justifican fuentes de la federación.
Puig rechazó que la iniciativa de su grupo suponga constituir un Gobierno en la sombra, a semejanza del que impulsó Pasqual Maragall después de las elecciones de 1999 porque, dijo, "en este caso los parlamentarios no representan a los posibles consejeros de cada rama que tendría un eventual Ejecutivo de CiU".
Cuando Maragall decidió tomar una medida de este tipo, los dirigentes convergentes se burlaron. El entonces portavoz Ramon Camp lo tildó de "magnífico ejemplo de la frustración e impotencia de Maragall, porque los gobiernos se hacen a la luz del día, con mayorías parlamentarias para gobernar. Él está solo y en la oposición", afirmó en septiembre de 2000. Xavier Trias, por su parte, se lo tomó con ironía y señaló que era una "nueva genialidad de Maragall". "Poco a poco la gente va conociendo la manera de comportarse de Maragall". Jordi Pujol agregó: "Es muy normal que se forme un Gobierno en la sombra. Existe en muchos países. No ha descubierto la sopa de ajo".
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