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Ankara advierte que no hará concesiones a la UE sobre Chipre

Juan Carlos Sanz

Turquía admitió ayer como un mal menor la congelación parcial de las negociaciones de adhesión a la UE. Pese a que, en un primer momento, se atribuyó al primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, un agrio rechazo -"inaceptable", fue el término empleado por la televisión estatal turca- a la recomendación de la Comisión Europea, su reacción fue mesurada. Nada más regresar de Riga, donde asistió a la Cumbre de la OTAN, Erdogan advirtió en el aeropuerto de Ankara: "La UE no debe esperar nuevas concesiones de Turquía sobre Chipre, pero nosotros seguiremos nuestro largo camino hacia Europa, aunque sea más despacio".

El primer ministro turco dio a entender que no abrirá sus puertos y aeropuertos a los barcos y aviones de Chipre antes del 11 de diciembre, cuando se reunirán los ministros de Exteriores de los Veinticinco para fijar su postura sobre las negociaciones con Turquía en la cumbre semestral de la Unión del día 15. Bruselas exige a Ankara que cumpla su compromiso de extender a los nuevos socios -como la República de Chipre, a la que no reconoce diplomáticamente- el Tratado de Unión Aduanera con la UE, en vigor desde hace 10 años.

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La congelación de 8 de los 35 capítulos negociadores parece un daño asumible para el Gobierno islamista moderado de Erdogan en vísperas de un complejo año electoral, con el relevo del presidente de la República y los comicios legislativos dominando la agenda de 2007. La Bolsa de Estambul cerró con subidas y la lira turca se revalorizó ligeramente frente al dólar y el euro tras hacerse pública la propuesta de la Comisión.

Bruselas no fija ningún ultimátum posterior sobre Chipre, mantiene vivos los 26 capítulos negociadores restantes (hasta ahora sólo uno, el relativo a política científica, había sido ya aprobado) y deja abierta la puerta a una amplia negociación en 2007 sobre la reunificación de la isla de Chipre, dividida tras la invasión militar turca de 1974, en el seno de la ONU.

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Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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