China blinda la Gran Muralla
Las normas de protección prevén multas millonarias y penas de cárcel
La Gran Muralla china se deteriora año tras año, y las autoridades quieren poner freno al proceso. A partir del 1 de diciembre, el más famoso de los monumentos del país asiático estará bajo el paraguas protector de una nueva regulación estatal, que prohibirá cualquier tipo de actividad que pueda dañarla, como extraer ladrillos o construir estructuras sobre la misma sin autorización. Aunque actualmente existen normativas locales para proteger la famosa barrera milenaria, se trata de la primera vez que se implantan regulaciones de carácter nacional, directamente bajo la autoridad del Consejo de Estado.
"Las actividades turísticas inadecuadas han dañado la Gran Muralla", ha precisado el Gobierno, según la agencia Xinhua. En la sección de Badaling, situada apenas a una hora de Pekín, muchas de las piedras tienen pintadas o han sido grabadas con nombres de los visitantes.
En una zona próxima a Pekín muchas piedras tienen pintadas o marcas con nombres de turistas
Además, la muralla se ha convertido en decorado cada vez más frecuente de eventos comerciales y conciertos, bajo el impulso de funcionarios ávidos por sacar beneficio del histórico monumento. El año pasado, la celebración de una fiesta durante toda la noche en una de sus zonas provocó un gran escándalo en la prensa de la capital y protestas en los foros de Internet.
Las autoridades esperan, con las medidas, detener la fuerte degradación que ha sufrido, debido al vandalismo y la ignorancia. Muchos vecinos de los pueblos situados en las proximidades del monumento han utilizado sus ladrillos para construir viviendas, corrales, carreteras e incluso pequeñas presas, según ha denunciado la Sociedad de la Gran Muralla, una organización no gubernamental que lucha por su conservación. Quienes violen las nuevas normativas podrán ser multados con 50.000 yuanes (4.830 euros), en el caso de los particulares, y 500.000 yuanes, las instituciones. Y quienes causen graves daños serán objeto de persecución criminal, con penas de hasta de 10 años de cárcel.
Dong Yaohui, secretario general de la organización defensora de la muralla, asegura que sólo el 20% de sus 6.400 kilómetros está hoy día en condiciones razonables, otro 30% se encuentra en ruinas, y el resto ha desaparecido. En gran parte debido a la erosión y el paso del tiempo; pero también porque se cruzó en el camino de proyectos de construcción e infraestructuras. "Si sólo es una pila de tierra", se justificó Hao Zengjun, líder de un pueblo de la región autónoma de Mongolia Interior, donde han sido detenidas tres personas por extraer tierra de los restos de la estructura con una excavadora para rellenar el suelo de una fábrica.
Más de 10 millones de personas visitan al año la más famosa de las atracciones turísticas de China. Mientras algunas zonas como Badaling, con toboganes o telesillas, tienen el aire de parques temáticos, otras zonas más alejadas de Pekín, como Simatai, o aquellas no abiertas oficialmente al público, proporcionan la visión de una obra extraordinaria, que serpentea como un dragón sobre las cumbres hasta desaparecer en el horizonte.
La construcción de la Gran Muralla, que en realidad es la sucesión de diferentes tramos regionales, levantados durante varias dinastías en distintos momentos de la historia, comenzó en el siglo III antes de Cristo, y se extendió hasta principios del XVII. Su objetivo era proteger de la invasión de los mongoles y otras tribus nómadas procedentes de Mongolia o Manchuria. La Gran Muralla sufrió un grave deterioro durante la época de Mao Zedong, quien la consideraba herencia del pasado feudal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.