Royal promete la victoria en su investidura como candidata a la presidencia francesa
Ségolène recibe el apoyo de toda la plana mayor del PS, salvo de Lionel Jospin
Ségolène Royal fue investida ayer oficialmente como candidata del Partido Socialista francés (PS) a la presidencia francesa y prometió la victoria en los comicios de la próxima primavera. Además de formal, el acto que reunió a más de 1.500 militantes y cientos de periodistas en la sala de la Mutualité, en París, tuvo un importante componente simbólico. En primera fila, la plana mayor del PS, desde sus dos derrotados contrincantes -Laurent Fabius y Dominique Strauss-Kahn- hasta los llamados elefantes, los círculos dirigentes que hicieron lo imposible para cerrarle el paso.
También aquellos que la apoyaron desde el principio y, por supuesto, su compañero, el primer secretario de la formación François Hollande, le rindieron pleitesía. Sólo faltaba Lionel Jospin, el candidato derrotado de 2002.
Con su ya clásico traje de chaqueta blanco -ayer matizado por unas rayas que no le restaban luminosidad-, Royal, de 53 años, entró en escena bajo una atronadora ovación seguida por la sincopada repetición de su nombre de pila, convertido ya en grito de guerra de sus partidarios. "Hoy abrimos juntos una bella página de la historia de Francia", dijo. "Si hacéis bien lo que os propongo y me hacéis llegar lo que os dicen los franceses, su inteligencia colectiva, para que yo pueda trabajar los problemas al tiempo que se plantean, entonces sí os llevaré a la victoria", añadió. La candidata socialista al Elíseo se marcó ayer "un deber de victoria para todas y todos aquellos que piensan que no cuentan para nada".
A lo largo de un discurso de algo menos de una hora, Royal repitió los temas que ha planteado durante los últimos meses y que suponen una auténtica deconstrucción del modelo clásico de la izquierda francesa, especialmente en lo que respecta a la democracia participativa, que ella sitúa en el eje de su acción política, frente a la democracia representativa que propugnaban las viejas élites. Insistió también en su promesa de poner el "progreso social en el corazón de todas las decisiones políticas" y la exigencia de "un orden justo". Y apuntó que su campaña se desarrollará por un lado sobre el "impulso nacional" que le proporciona la maquinaria del partido, pero por otro será descentralizada y "regionalizada", de acuerdo con su concepción del Estado en tanto que presidenta de la región de Poitu-Charentes.
Más allá del hecho de que Royal es ya la candidata oficial del PS y la primera mujer que tiene posibilidades reales de llegar -no en condición de cónyuge- al palacio del Elíseo, la persona que ocupaba ayer el estrado en la Mutualité encarnaba en sí misma una sorprendente transformación del paisaje político francés. Esta mujer, por la que muy pocos apostaban hace tan sólo unos meses, se ha convertido en un fenómeno social y político que va ya mucho más allá de la política partidaria. Consciente de ello, Royal lanzó un claro mensaje a los franceses. La campaña que debe desembocar en los comicios dentro de cinco meses, debe despertar "una reacción colectiva, un impulso a tono con la esperanza que despierta".
"Necesito a todo el mundo, necesito a todos los talentos", dijo en un gesto de reconciliación con quienes le negaban el pan y la sal hasta hace muy poco, todos ellos en la primera fila, convencidos de que si alguien puede derrotar a la derecha la próxima primavera no es otro que Ségolène Royal. Los temas que más han molestado al viejo stablishment socialista, el énfasis en la seguridad, el trabajo, el esfuerzo, los valores tradicionales, no faltaron a la cita. "La campaña será victoriosa si lo merecemos", dijo. "Ya sabéis lo que pienso sobre el valor del trabajo, y sólo si trabajamos nos mereceremos la victoria", añadió.
Royal insistió en los cuatro pilares sobre los que piensa desarrollar su campaña y su acción política: la educación, sobre la que se articula todo; la "lucha contra todas las formas de violencia"; el problema de "la vida cara", de la pérdida del poder adquisitivo y la "excelencia medioambiental". Y tiró contra la gestión de la derecha y el programa de "ruptura" de su probable adversario, el ministro de Interior, Nicolas Sarkozy. "Cumplamos juntos nuestro deber de victoria para los millones de franceses que la aguardan, que esperan que se ponga fin a estas políticas de ruptura, de fractura, de inseguridad y de precariedad", dijo.
Hollande clausuró el congreso. "Nada está jugado", advirtió. El discurso del primer secretario fue ya una arenga de campaña, contra la derecha, a la que acusó de dejar un país "empobrecido", "debilitado" y sumido en "el miedo". Y pidió a Sarkozy que abandone el Ministerio de Interior, no sólo porque el cargo es incompatible con su condición de candidato, sino también porque en los tiempos "de inseguridad y violencia" que vive Francia, el país necesita a un ministro de Interior "a tiempo completo".
"Gesto revolucionario"
Fiel a sus clásicos, Ségolène Royal volvió ayer a reivindicar su condición de mujer y la importancia que este hecho tiene en su proyecto político. "Habéis realizado un verdadero gesto revolucionario", dijo a los militantes socialistas que la eligieron abrumadoramente por más del 60% de los votos frente a sus dos rivales.
La candidata socialista recordó a quienes, cuando presentó su candidatura, la descalificaron con comentarios machistas del estilo de: "¿Quién cuidará de los niños?", el papel subalterno que tradicionalmente se ha otorgado a las mujeres en la política. Y tal vez para reivindicar su figura, de forma simbólica, en primera fila se encontraba la primera mujer que fue jefe del Gobierno en Francia, Edith Cresson.
"La lucha contra la violencia de género será un asunto de Estado", dijo, y prometió que si es elegida, su primera ley será consagrada a la lucha contra las agresiones que sufren las mujeres. Y reivindicó para sí la tradición feminista, citando desde la pionera Louise Michel hasta el movimiento Ni Putas ni Sumisas. Su primera ley, en caso de victoria, será contra la violencia a las mujeres. Dio entonces un giro a su discurso, sonrió y citando a la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, aseguró: "Nada sería posible sin los hombres".
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