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Crónica:DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Seguridad del ciudadano

Otra vez el agua

Hay temas especialmente sensibles con los que un político decente no debe andarse con demagogias de casino. Eduardo Zaplana vuelve a insistir en el labriego argumento de que es una lástima que tanta agua se pierda en el mar con la crecida de los ríos cuando podría ser trasvasada. Sabe, no diré que mejor que nadie, que ese argumento es propio de una inmediatez insensata cuyo propósito es el de la bronca, y no sería difícil responderle que todos los ríos cuecen habas en otoño y que el lamento por las aguas perdidas no incluye la cualificación técnica que aconsejan o no un trasvase. Pero da igual, el caso es embroncar y volver una y otra vez con reseca cantinela a la pena de tanta agua perdida cuando el Ebro crece, y de paso se acusa de insolidarios a los catalanes, que para eso están.

Nada hay más obsceno que añadir al problema del agua un vídeo como del peor Tarantino sobre la inseguridad ciudadana para amedrentar todavía más al personal con imágenes fingidas de la hecatombe socialista

Y la inseguridad

El mejor vídeo que los peperos podrían hacer sobre la inseguridad ciudadana debería incluir las imágenes de los trenes destripados el 11-M en Madrid, cuando el trío compuesto por Acebes, Zaplana y Rajoy estaban en la pomada del gobierno, en lugar de meter bulla con fotogramas de una redada antidroga en Colombia para demostrar la inseguridad ciudadana que genera el gobierno de Rodríguez Zapatero, inspirador como todo el mundo sabe del 11-S neoyorkino. Esta gente miente con desenvoltura cuando gobierna y resulta calamitosa en la oposición, con una propensión al catastrofismo en ambas situaciones que el sobresaltado ciudadano no se merece. Se dirá que se trata de argucias de políticos, pero la sociedad no debe admitir artimañas que la desmerecen y que parecen contar de antemano con algo parecido a una atribución generalizada de estupidez congénita. Para estupidez, la de los vídeos del PP, incluido el de Pedro Yihad Ramírez.

La ola Ségolène

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No se trata de congratularse de la brillantez ajena. Cualquiera que sean los méritos de Ségolène Royal, elegida por los socialistas franceses como candidata a la presidencia, deben más a su sensibilidad ante los problemas cruciales de su país que a no se sabe qué mirada femenina que habría que contar en su haber como política. Por otro lado, cómo no va a resaltar su condición femenina frente a un compañero de partido a lo Laurent Fabius, que se permitió sugerir quién iba a cuidar de los niños de la candidata caso de salir triunfante. ¿Y quién cuida de los suyos? Muy presumiblemente, ni él ni su esposa, sino alguna empleada del hogar, quizás de origen martiniqués. Ségolène, un nombre que llena la boca de aromas exquisitos, es mujer y arrolladora, y menos cantamañanas que sus enemigos de partido y aristócratas de derecha a lo Villepin.

Patriarcado

Comentaba desde aquí hace algunas semanas que en Cataluña tenían la suerte de poder elegir entre cinco candidatos potables y un alevín de parlamentario (Montilla, Carod, Saura, Mas, Piqué y Rivera), sin caer en la cuenta de que todos son varones. Esa proliferación de candidatos con posibles, ¿tiene que ver con el hecho de que Catalunya sería país de hombres, con alguna que otra Ferrusola haciendo de las suyas más o menos en la sombra? ¿Y por qué esa maceración de candidatos de amplio espectro no incluye ninguna mujer entre los puestos de responsabilidad máxima? No ocurre así en Valencia, con la pesada Rita en la alcaldía, ni en Madrid, con Esperanza Aguirre, nada menos, de presidenta, ni siquiera en el País Vasco, con la malhumorada profesional María San Gil en primera fila de una oposición sin fisuras. ¿Es Cataluña antifeminista, salvo en lo que respecta a sus escritoras? ¿Piensa el partido de Ciutadans tomar medidas al respecto? Y, por otra parte, ¿por qué ya nadie menciona para nada en ningún sitio a la gran Ana Botella, con lo divertido que era?

El acoso

Decía Herbert Marcase en su intervención en Korkula que si los jóvenes son violentos es porque están desesperados. Jóvenes, violentos, desesperación. Al lado de casa hay un bar como de juegos donde acuden los alumnos de un instituto cercano al terminar las clases. Arman ruido, fuman porros, se visten a su manera de marca y molestan al vecindario. Sobre todo molestan con una prepotencia que llama la atención, como si la demostración de su juventud la calibraran por el índice de molestias que ocasionan. Y se molestan entre ellos, se incordian en un ritual de virilidad que no descarga las tensiones y en el que intervienen las chicas, a menudo como gallitos de la bronca, siempre que no vaya demasiado lejos. Y eso ocurre entre amigos que se encuentran por gusto al salir del aula. No se qué puede pasar con grupos de esta clase si encuentran en los pasillos del instituto al enemigo.

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