Experiencia de EE UU
La inversión de la curva de deuda de EE UU desde final de 2005 ha sido uno de los fenómenos más estudiados últimamente. ¿A qué ha respondido tanta inquietud si ha ocurrido ya varias veces en las últimas décadas? Es que no parecía consistente con las expectativas macroeconómicas que los agentes tenían respecto a EE UU. Excepto en una ocasión en los años sesenta, la inversión de la curva anticipaba correctamente una recesión con, aproximadamente, tres o cuatro trimestres vista. Sin embargo, esta vez, el consenso de analistas no anticipaba, tampoco ahora, una recesión en 2007. En otras palabras, pensaban que los tipos de interés de la Reserva Federal estaban, como luego la Fed se encargó de confirmar, aún bastante por debajo de los niveles neutrales como para poner en peligro el crecimiento a medio plazo.
El excesivo y rápido aplanamiento de las curvas de deuda parece un fenómeno global y no refleja un deterioro de expectativas macroeconómicas
En general, dos tipos de argumentos se dieron para justificar por qué esta vez la curva no debía interpretarse como un buen indicador adelantado del ciclo. Es decir, de por qué la prima de riesgo temporal o los tipos de largo se habían reducido hasta niveles anormalmente bajos. En primer lugar, la menor incertidumbre macroeconómica reflejada en la caída de la volatilidad de los ciclos y de la inflación. Es decir, menor rentabilidad exigida por un menor riesgo incurrido. En segundo, la aparición de flujos o inversores en renta fija de largo plazo por motivos ajenos a expectativas de política monetaria. Los inversores: Bancos Centrales asiáticos, Petrodólares o Fondos de Pensiones. Los motivos: la intervención permanente en los mercados cambiarios, la reinversión de ganancias del crudo o cambios de regulación de los Fondos de Pensiones en favor de la renta fija, sobre todo en Europa.
Con estos argumentos, que no se limitan a la deuda de EE UU, es más sencillo entender la evolución de otros mercados, como Europa, Canadá o Suiza. Curvas que se han aplanado rápidamente, ciclos monetarios aún inmaduros y perspectivas favorables ponen su sello en todos, reflejando que se trata de un fenómeno relativamente global. En Europa, por ejemplo, algunos incluso apuestan por la inversión de la curva en el corto plazo. Pero, a su vez, contemplan que el Banco Central aún tiene recorrido para elevar los tipos hacia zona neutral, alrededor del 4%, y que el dinamismo económico seguirá en 2007. En definitiva: curva europea, experiencia americana.
L. Taft es economista del Servicio de Estudios del BBVA.
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