El fado de la competitividad europea
La UE incumplirá el objetivo que se marcó en Lisboa de invertir el 3% del PIB en I+D, y se duplica la brecha con EE UU
El objetivo era muy ambicioso: convertir a Europa, en 2010, en la zona económica más competitiva del mundo. La Cumbre extraordinaria de Lisboa de 2000 decidió, para ello, que la UE invirtiera un 3% del PIB en I+D en esa fecha. Pero el objetivo se quedará en el 2,6%, y eso sólo si los Estados cumplen sus promesas. Además, la brecha entre EE UU y la UE se ha duplicado desde 1995, y hay otro peligro: China ya gasta en investigación la mitad que los países de la Unión Europea, cuando en 1995 invertía cinco veces menos.
Desde 1980, Europa ha perdido cuota en las exportaciones de productos tecnológicos a favor de los países asiáticos
Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE que se reunieron en Lisboa en marzo de 2000 se comprometieron a hacer de la UE el área económica más dinámica, próspera e innovadora del mundo, con la mayor capacidad de crecimiento y creación de empleo. Y quedaron en hacerlo, como muy tarde, en el año 2010. Para ello, se fijaron dos medidas principales. La primera era aumentar las inversiones en I+D (investigación y desarrollo) desde el 1,9% del PIB que realizaban en el año 2000 al 3% en 2010 (superando así a Estados Unidos, pero aún por debajo de Japón). El segundo objetivo era conseguir que, para esa fecha, el sector privado generara alrededor del 75% de todo el esfuerzo investigador europeo, tal y como sucede precisamente en los países más adelantados en materia investigadora, Estados Unidos y Japón.
Seis años después de la cumbre, y a sólo cuatro del momento en que Europa debería convertirse en el lugar más competitivo del mundo, el panorama es poco tranquilizador. Esta misma semana se ha presentado el Séptimo Programa Marco de Investigación y Desarrollo Tecnológico (2007-2013) y, entre los datos que se han ofrecido, la comisión rectifica su objetivo de invertir el 3% del PIB en investigación para 2010, y lo sitúa en el 2,6%. De hecho, y según advierte la autoridad europea, esta cifra sólo se alcanzará si los 25 Estados miembros realizan las inversiones prometidas. Y la cifra mágica del 2,6% no es casual. Es exactamente lo que invierte en este momento Estados Unidos en investigar y, en todo caso, sigue por debajo de la cifra de Japón (3,18%).
Europa tampoco está cerca de conseguir que la industria financie tres cuartas partes de I+D. Según el último dato de la comisión (del año 2003), las empresas de los 25 Estados miembros generan el 54,8% de la investigación, una cifra muy inferior a la de Estados Unidos, con un 63,7%, y sobre todo a la de Japón, con un 74,8% (ambos datos son de 2004). En España, la cifra es inferior al 50%
La brecha entre la UE y Estados Unidos, en fin, se está agrandando. De hecho, se ha duplicado desde 1995. Son datos del estudio Capital intelectual y competitividad: un reto decisivo, que ha elaborado la consultora Enter, del Instituto de Empresa, y que ha sido presentado esta semana en el Foro Sociedad y Tecnología, organizado por Microsoft y la APIE (Asociación de Periodistas de Información Económica). Según este documento, desde el año 2002, el gasto en I+D está prácticamente estancado, con incrementos que no alcanzan el 3%. Y este estancamiento sólo se observa en la UE. Estados Unidos y Asia siguen aumentando sus inversiones.
Ejercicio "retórico"
"Europa está inmersa en una difícil encrucijada", explica Carlos López-Blanco, presidente de Enter. "La cumbre de Lisboa fue un ejercicio retórico sin voluntad política para sacar adelante lo que es, sin duda, el mayor desafío de la economía europea", explica López-Blanco, que fue secretario de Estado de Telecomunicaciones. "Si no reaccionamos, seremos superados por los países asiáticos, que están corriendo mucho y en la buena dirección", añade.
Así, por ejemplo, y mientras en 1991 el número de patentes solicitadas en Europa era casi siete veces superior al de las principales economías de Asia excepto Japón (China, India, Taiwan, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong, Malaisia y Tailandia), en 2003 esa cifra se ha reducido a un 1,7%. Además, el número de licenciados en materias científicas e ingenierías de las universidades asiáticas fue de 1,2 millones en 2002, mientras que en Europa (incluyendo Rusia) fue de 850.000.
China es un buen ejemplo del empuje competitivo de los países asiáticos. En 1995, su inversión en I+D era cinco veces inferior a la de la Unión Europea. En 2004, había acortado distancias y gastaba, en porcentaje de su PIB, la mitad que los miembros de los 25 Estados en su conjunto.
Otro dato que demuestra el dinamismo de estas economías frente a la europea es la competitividad de sus sectores tecnológicos. Según muestra el análisis de Enter, desde 1980 las economías estadounidense y europea han ido perdiendo peso en las exportaciones de productos con un alto componente tecnológico (como, por ejemplo, los que pertenecen a los sectores de aeronáutica, farmacia, tecnologías de la información y material médico y óptico). La UE es aún el área con mayor cuota de mercado, pero ha perdido algo más de siete puntos desde 1980. Los países asiáticos son quienes han ganado las cuotas perdidas por los bloques comerciales consolidados (Unión Europea, Japón y Estados Unidos). En 2003, estaban sólo a 4,5 puntos de Europa (véase gráfico).
La Comisión Europea, en todo caso, dice estar convencida de la necesidad de fomentar la investigación, la educación y la innovación para lograr el crecimiento económico. Una de sus herramientas es el mencionado Programa Marco de I+D, que se espera que contribuya a la creación de unos 57.000 empleos, según aseguró el experto de la Dirección General de Investigación de la Comisión Europea, Román Arjona, en la presentación realizada en Madrid esta semana. Dentro de los presupuestos de la UE, que suman unos 123.500 millones, la investigación es el tercer ámbito de mayor inversión, con 5.300 millones y un 5,3% del total, aunque se queda muy lejos del gasto comprometido para la agricultura (52.600 millones) y los fondos estructurales (44.600 millones).
En todo caso, y según la CE, la inversión en I+D tiene impactos directos y medibles. Por cada euro invertido en investigación en Europa, asegura, se generan entre 4 y 7 euros a largo plazo. Este séptimo programa marco suma algo más de 50.000 millones de euros, un 41% más que en el sexto programa. Además, se ha creado un mecanismo de financiación de riesgo compartido para que los participantes puedan acceder a préstamos del Banco Europeo de Inversiones (BEI).
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