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Reportaje:NUESTRA ÉPOCA.

Chistes kazajos

Visita a Londres del presidente Nazarbáyev

Timothy Garton Ash

Jagshemash, Tony? ¡Jagshemash, Elizabeth! El presidente de Kazajistán, Nursultan Nazarbáyev, cordialmente recibido en Londres esta semana por Tony Blair y su majestad la reina, ha demostrado tener sentido del humor suficiente como para aceptar el retrato satírico de su país que aparece en la película de Sacha Baron Cohen Borat. "Esta película es obra de un cómico, así que hay que reírse de ella", dijo el afable presidente en una rueda de prensa conjunta con Tony Blair. El bueno de Nursultan, amigo de Gran Bretaña, Dick Cheney, BP, Chevron y Shell.

Así, pues, en este espíritu de cordialidad generalizada, contemos unos cuantos chistes más de kazajos. ¿Conocen el de Serguéi Duvanov, un periodista kazajo que fue a la cárcel por una acusación -seguramente falsa- de violar a una niña, después de publicar varios artículos sobre las cuentas bancarias del presidente Nazarbáyev en Suiza? ¿O el del líder de la oposición, Zamanbek Nurkadilov, al que encontraron muerto de un disparo en el suelo de su sala de billar poco antes de las últimas elecciones presidenciales, que confirmaron al presidente Nazarbáyev en su cargo con una supuesta mayoría del 91%? ¿O el de Altynbek Sarsenbaiuly, otro líder de la oposición muerto a tiros en su coche a principios de este año? Unos chistes estupendos, ¿no creen? Seguro que ellos se han muerto de risa.

Kazajistán es una dictadura tremendamente corrupta con trayectoria desoladora en materia de derechos humanos y jueces sometidos
El presidente es quizá uno de los hombres más ricos del mundo, pero no se ha guardado esa riqueza; la ha repartido entre sus familiares inmediatos
Este país es inmenso y está escasamente poblado; su extremo occidental está más cerca de Hamburgo que de su otro extremo, que linda con China

Aunque nada de lo que ha dicho Tony Blair les habrá servido para enterarse de ello, Kazajistán es una dictadura tremendamente corrupta con trayectoria desoladora en materia de derechos humanos, unos jueces sometidos, unos medios dominados o intimidados y unas elecciones que -para decirlo suavemente- no cumplen los criterios del principal organismo europeo de vigilancia electoral, la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). El presidente Nazarbáyev, que fue jefe del Partido Comunista kazajo y último presidente de la República Socialista Soviética de Kazajistán, dirige el país desde su independencia, en 1991, y acaba de ser reelegido hasta 2013. Según algunas informaciones, el sultán Nursultan es quizá uno de los hombres más ricos del mundo, pero no se ha guardado esa riqueza; la ha repartido con gran generosidad entre sus familiares inmediatos y no tan inmediatos, que controlan gran parte de los medios de comunicación y muchas empresas de propiedad estatal. Después del socialismo en un solo país, llega el capitalismo en una sola familia.

Me apresuro a añadir (no vaya a ser que un chiste de kazajos resulte ser un asunto serio) que, por lo que yo sé, no existen pruebas que relacionen directamente el régimen de Nazarbáyev con ninguna de esas muertes misteriosas. Ahora bien, lo que sí podemos decir con seguridad, a partir de numerosas informaciones independientes, es que Kazajistán tiene un clima general de corrupción, desorden y falta de responsabilidad democrática en el que es inevitable que ocurra ese tipo de cosas.

Los lectores no tendrán la ingenuidad de preguntarse por qué, entonces, la alfombra roja en el número 10 y en el palacio de Buckingham. Pero permítanme añadir unas cuantas cifras a la respuesta que ustedes mismos se habrán dado. Reservas comprobadas de petróleo: 26.000 millones de barriles. Reservas comprobadas de gas: 3 billones de metros cúbicos (ambos cálculos son de 2004, de acuerdo con el último Libro de Datos Mundiales de la CIA). También son importantes las reservas de cromo, plomo, zinc, cobre, carbón, hierro, oro y otros minerales en este país inmenso y escasamente poblado, cuyo extremo occidental está más cerca de Hamburgo que de su extremo oriental, en la frontera con China.

Gran Bretaña es el segundo inversor extranjero en Kazajistán, después de Estados Unidos. Y Occidente ha emprendido un nuevo Gran Juego triangular en el que compite con nuestros rivales tradicionales, Rusia y China, para controlar esos recursos tan vitales. El año pasado, la empresa de Petróleo Nacional de China compró PetroKazajistán por 4.200 millones de dólares, y va a construir un oleoducto que llegue hasta China. Mientras tanto, Gran Bretaña y Estados Unidos intentan convencer al afable sultán Nazarbáyev para que conecte los yacimientos de petróleo del mar Caspio con un oleoducto que atraviesa Turquía en dirección Oeste. ¿Hacen falta más explicaciones? (También se han tenido en cuenta, sobre todo en Washington, los servicios que podría prestar Kazajistán como aliado en la "guerra contra el terror", pero seguramente son un aspecto secundario en este caso).

Una portada maravillosa

Tal vez piensen que pretendo llegar a la conclusión de que al presidente Nazarbáyev no debería habérsele dado tal bienvenida en Londres. Los derechos humanos están antes que el petróleo. Desde luego, eso es lo que tiendo a pensar instintivamente. Si la situación de los derechos humanos en Kazajistán sigue empeorando, en lugar de mejorar, es posible que el palacio de Buckingham recuerde un día esta visita con tanta vergüenza como seguramente produce -eso espero- el recuerdo de la bienvenida, aún más espléndida, que se ofreció al presidente Nicolae Ceausescu de Rumania y su mujer, Elena. La revista satírica británica Private Eye publicó en su día una portada maravillosa con una fotografía de los Ceausescu junto a la reina y el príncipe Felipe, vestidos de gala en la cena de Estado, y unos bocadillos de diálogo en los que se leía que el duque de Edimburgo decía a Elena: "¿Y tiene algún hobby?", y Elena respondía: "Es un asesino de masas", a lo que se añadía el comentario de la reina: "Qué interesante".

Sin embargo, quizá se pueda pensar que es una apuesta que merece la pena. Están en juego grandes intereses nacionales, tanto económicos como geopolíticos. Según los criterios de la Europa contemporánea, Kazajistán es una dictadura; en comparación con sus vecinos de Asia central, como Uzbekistán y Turkmenistán, es el menos malo del grupo. Algunas personas que visitan el país con frecuencia me dicen que hay señales de que la riqueza empieza a notarse en la formación incipiente de una clase media con mentalidad más independiente. Cuanto más nos involucremos, más posibilidades tendremos de influir, y podemos estar seguros de que ni China ni Rusia van a imponer ninguna condición relativa a los derechos humanos. Muchas veces, una política de compromiso constructivo puede ser más eficaz que el aislamiento para empujar a un régimen autoritario por la vía de la reforma. Es lo que yo llamo "distensión ofensiva".

Ahora bien, al final de la alfombra roja tiene que haber unos límites muy claros y es preciso hablar sin tapujos. No debemos fingir, ni ante nosotros mismos ni ante otros, que Kazajistán es una democracia y un país libre, como hacíamos con los dictadores amigos de Latinoamérica durante la guerra fría. Al mismo tiempo que mantenemos las relaciones con el régimen de Nazarbáyev, debemos apoyar activamente el crecimiento de unos medios de comunicación independientes, un poder judicial independiente, una sociedad civil, unos partidos políticos alternativos, etcétera. La distensión ofensiva siempre tiene dos vías.

Y a veces, sencillamente, tenemos que decir no. Kazajistán, que afirma pertenecer a Europa porque una parte de su territorio está al oeste del río Ural, ha venido a Londres a pedir el apoyo británico a su candidatura para presidir la OSCE en 2009. Sería increíblemente ridículo que un país cuyas elecciones han estado tan por debajo de los criterios de la OSCE -lo mismo que su trayectoria en materia de derechos humanos y en cuanto a la independencia de los medios de comunicación-, pudiera ocupar ese puesto. Es como si Mel Gibson fuera a presidir Alcohólicos Anónimos, Jack el Destripador trabajara como consejero matrimonial... o Borat estuviera a cargo de garantizar la veracidad en el periodismo.

¿Y qué respuesta ha obtenido el presidente Nazarbáyev de Tony Blair y el Gobierno británico? He preguntado al Ministerio de Asuntos Exteriores y lo que me han dado como contestación oficial es este paño caliente: "A largo plazo, un presidente kazajo sería beneficioso para todos. Pero es importante que cualquier futuro presidente personifique los criterios de la Organización en todas sus dimensiones. Junto con nuestros socios en la UE, seguiremos discutiendo el asunto con el Gobierno kazajo hasta la reunión ministerial de la OSCE en Bruselas, este mes de diciembre". ¿Cuántas palabras hacen falta para decir no? Según el Ministerio de Exteriores británicos, durante una visita oficial, la respuesta es: 55.

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

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