¡Que me registren el 'tupper'!

El pasado fin de semana hice una vez más el trayecto Asturias-Madrid en avión. No pude llevarme el bote de champú en mi equipaje de mano ni la miel que me regaló mi padre, y tuve que sacar el portátil. Sin nada por encima, sin nada por debajo... Eso sí, en mi bolsa pude subir unos bolígrafos con los que agujerear el cuello de una azafata en caso de que no atendiese a mis peticiones de un secuestro. O las llaves con las que amenazar el ojo del sobrecargo en caso de que el plan de la azafata fallase. ¿Y por qué cuento todo esto? Porque estoy harto de la paranoia de los americanos, que como buenos monitos de repetición nos creemos en el resto del mundo; bueno, en una parte que piensa que el resto son malos, asesinos y se llevan a los niños por las noches. Y como yo quiero unirme a esa paranoia, pido:

1. Que me registren al entrar en el metro el tupper donde llevo los garbanzos para comer en el trabajo. Que igual meto un poco de explosivo entre ellos (aparte de lo explosivos que resultan ser de por sí los garbanzos...).

2. Y también cuando vuelvo en el cercanías, que sí fue en Madrid donde nos mataron a 192 personas y no en un avión.

3. Y en el autobús, que nuestros compañeros los israelíes mueren en ellos.

Pues eso, que me registren el tupper, por favor. A mí y a todos los habitantes de Madrid que vamos al trabajo a diario. ¿O sólo gozan de seguridad los que van en un avión que se puede estrellar contra un rascacielos.