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Reportaje:

El Pelusa que viene de Chile

Matías Fernández, argentino del Colo Colo, revoluciona América y ficha por el Villarreal

"¡Lo que se perdieron los argentinos!", repiten con ironía los hinchas chilenos desde hace un par de años, cuando descubrieron que en la cantera del Colo Colo, el club más popular del país, crecía una perla, un chico de 1,75 metros de altura y habilidad descomunal nacido apenas dos meses antes de que Maradona se consagrara en el Mundial de México. Su sorna tiene razón de ser. La partida de nacimiento de Matías Ariel Fernández, el jugador que el Villarreal fichó hace un mes e incorporará en el mercado de invierno, indica que vino al mundo el 15 de mayo de 1986 en Merlo, provincia de Buenos Aires, es decir, a escasos 30 kilómetros de la mítica Villa Fiorito donde creció Maradona.

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Los argentinos no eran entonces conscientes de que en los suburbios de la capital empezaba a corretear otro posible genio a quien, para colmo de males, acabarían apodando Pelusa. Tampoco lo podían suponer mamá Mirtha, argentina, ni papá Humberto, chileno, cuando cinco años más tarde cruzaron la cordillera porque no corrían buenos tiempos para ellos. Se instalaron con sus tres hijos en la barriada pobre de Sisel, en La Calera, y allí empezó a escribirse esta historia.

En octubre pasado, antes del amistoso España-Argentina en Murcia, Eduardo García Barassi, periodista argentino del diario La Tercera de Chile, le confesaba a un grupo de compatriotas que le habían encargado una misión casi imposible: "Tengo que buscar a Messi y preguntarle sobre Matías Fernández". "¿Y ese quién es?", dijeron sus interlocutores. Cuarenta días más tarde, las imágenes con el número 14 del Colo Colo destrozando defensas rivales por toda América inundan YouTube y amenazan con hacerse habituales a partir de diciembre, ahora que la baja de Nihat le abrirá un hueco.

Matías Fernández es cosa seria. Mediapunta rápido, vertical, gambeteador nato, excelente lanzador de faltas, con facilidad goleadora, no es de extrañar que Manuel Pellegrini les dijese a los directivos del Submarino Amarillo que pagaran 8,7 millones de euros por él. "No creo que tenga problemas para desequilibrar igual que en Chile", opina Diego Forlán. "Aquí tendrá más problemas porque se pega más", dice en cambio el Vasco Arruabarrena. "Empezaremos a acostumbrarlo en los entrenamientos".

La presencia del nutrido grupo de suramericanos que hay en el Villarreal ayudará a su adaptación. Siguiendo la huella de Riquelme, Matías Fernández hace un culto de la timidez. Prácticamente no habla con la prensa ni se conocen sus gustos, más allá del amor por su madre, sus buenas calificaciones y el recuerdo de su sufrimiento cuando, con 12 años, dejó La Calera para ir a Santiago e integrarse en la cantera del Colo Colo, al que anoche llevó a la final de la Copa Suramericana con dos goles ante el Toluca mexicano.

El Pelusa chileno sólo habla dentro del campo, donde tira sin parar rabonas, recurso que utiliza para solucionar su condición de diestro cerrado. Casualidades de la vida, o no, su explosión como jugador la alcanzó con el argentino Claudio Borghi como entrenador. Borghi, ex jugador del Milan, entre otros, también tenía la rabona como jugada característica, y formó parte del equipo de México 86. En ese momento, él tampoco sabía que a pocos kilómetros de su casa acababa de nacer un genio en potencia. Y mucho menos, que sus compatriotas se lo perderían.

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