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Reportaje:

La Riviera sobrevive a las obras de la M-30

La sala, rodeada de zanjas y grúas, prepara el futuro con un cambio de empresa gestora y una nueva bóveda

La Riviera no se cerrará. Las obras de la M-30, que tienen cercada a la popular sala de conciertos madrileña, han sido las culpables de ese rumor que recorre la escena musical madrileña. Coincide con que a finales de este año, la empresa que ha gestionado La Riviera desde hace 12, finaliza su contrato. Desde el 1 de enero de 2007, otra empresa tomará el relevo, pero en las dos se insiste en afirmar que la desaparición de la sala es una noticia falsa, proveniente, quizá, de la confirmación de que el vivero que se alza a su vera, sí que figura en el nuevo diseño de lo que será Calle 30, como un espacio público convertido en parque de recreo.

Lo que es verdad es que La Riviera también se someterá a un lavado de cara: las lonas exteriores que la cubren serán sustituidas por una vistosa bóveda.

Cierto es que el entorno del puente de Segovia es uno de los pasajes de la ciudad más afectados por las ingentes obras del soterramiento de la M-30. En esa zona empantanada, pegada a la ribera izquierda del río, según su ahora irreconocible curso, se levanta la sala de fiestas La Riviera desde los años cincuenta, al comienzo del paseo bajo de la Virgen del Puerto. A pie de una de las dársenas del puente, La Riviera ha aguantado un buen número de alcaldes, ha visto crecer el barrio y ha sobrevivido, incluso, a una denominación diferente: en plena movida, se llamó durante un tiempo La Fiesta.

Dificultades

Las obras en su entorno han dificultado también la producción de los conciertos, actividad principal de la sala, que también es discoteca, llegándose hace más de un año a la suspensión del que iba a celebrar el británico Paul Weller. "Aquello fue una decisión razonable del conductor del camión que traía el equipo", dice el portavoz de la empresa aún gestora. "No se quería arriesgar. Fue en el momento más crítico de las obras, pues después, una vez pasados aquellos angustiosos días, no se ha vuelto a suspender ninguno", añade.

Convertida en terraza de moda en la movida, acogió, entre otros, a Pedro Almodóvar con Fabio McNamara en sus desternillantes actuaciones. Desde los noventa, ha sido una sala de referencia del circuito musical.

Sin embargo, desde que comenzaron las obras de la M-30 que la rodean, no ha dejado de propagarse el rumor de que el nuevo trazado de la futura Calle 30 acabaría con La Riviera. La suspensión de Paul Weller elevó el tono del rumor. Desde la actual empresa gestora y desde la que lo hará a partir del 1 de enero próximo, insisten en lo infundado de la noticia. "He visto con detalle todos los planos y maquetas de las obras y no sé quién puede inventarse lo de su desaparición", dice Ricardo Ortiz, de Dunky Blue Music, la oficina de la futura gestión.

La gestora saliente y la entrante coinciden en señalar que la propia Concejalía de Urbanismo va a apoyar una serie de reformas que cambiarán su exterior y seguridad de La Riviera. "No les gustan las lonas que cubren la sala, que ahora se ven mucho al despejarse tanto la zona, y quieren ayudar a darle otro aspecto", asegura la gestora actual.

Ortiz abunda en lo mismo: "Las lonas se quitarán y se cambiaran por una bóveda más estética, acorde con el trazado y diseño de las futuras instalaciones de Calle 30". "Se mejorarán, aunque ya le toque al siguiente, las salidas de emergencia, y eso abundará en aumentar el aforo", dicen los actuales gestores.

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