_
_
_
_
HISTORIAS DEL 'CALCIO' | Fútbol | Internacional
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Liberación

Enric González

La peor violencia no es la que rompe huesos y derrama sangre. La peor es la que quiebra la voluntad de la víctima, que, envilecida, acaba dando las gracias al agresor. El llamado síndrome de Estocolmo, por el que el secuestrado se identifica con el secuestrador, forma parte de ese tipo de violencia, muy abundante tanto en la variedad individual como en la colectiva: se da en las familias, en las empresas, en la política. Y en el deporte. Fue, durante años, el caso del Siena.

El actual Siena nació en 1904 con un nombre interesante, Sociedad de Estudio y Diversión, y una camiseta aún más interesante, a cuadros blancos y negros, como la bandera local. El Siena fue, por tanto, la formación blanquinegra original: el Juventus nació de color rosa. Lo de Estudio y Diversión duró poco y fue sustituido por una denominación aún más curiosa, la de Sociedad Deportiva Robur. Como Robur, en 1908, los sieneses empezaron a participar en competiciones futbolísticas más o menos serias.

El Siena, en Primera desde 2003, vive sin la tiranía de Moggi el mejor año de su historia

Siguió casi un siglo sin grandes gestas. En 2000, tras 55 años en las categorías regionales, el Siena (con ese nombre desde 1934) volvió a la Serie B. Y en 2003, el éxtasis: la Serie A, la máxima categoría.

El Siena, sin embargo, disfrutó poco. En las tres temporadas siguientes se salvó por los pelos del descenso y fue incapaz de formar una plantilla competitiva. Las razones eran obvias: el Siena era un filial, una cantera, un campo de entrenamiento dirigido por fuerzas extrañas. Los más piadosos calificaban al Siena de filial del Juventus, pero no era cierto: era filial de una sola persona, llamada Luciano Moggi. A través de su sociedad de futbolistas, la GEA, Moggi controlaba el Siena y lo utilizaba para sus intereses: tomaba del Siena los jugadores que le interesaban, aparcaba allí a los pupilos que no podía colocar en otra parte...

Un caso particular fue el de Stefano Argilli, un defensa que llegó al Siena en 1996 y se convirtió en el protagonista del ascenso desde la Serie C a la A. En 2005, Argilli, el jugador más amado por la afición, fue traspasado al Módena por razones que nadie supo explicarse. Las explicó el propio Argilli: "Porque en el Siena manda Moggi". Y a Lucianone le convenía, para cuadrar las cuentas de GEA, que Argilli fuera al Módena.

El director general del Siena, Giorgio Perinetti, lo explicaba hace poco a la Gazzetta dello Sport: "Llevábamos grabada sobre la piel la etiqueta de moggidependientes, y no era agradable convivir con las risitas ajenas y con frasecitas referidas a que con nuestros contactos nunca volveríamos a bajar", dijo. Perinetti se declara aún amigo de Moggi y asegura que la dependencia favorecía a los sieneses, poniéndoles en condiciones de "pescar a manos llenas en el parque de futbolistas del Juventus".

¿Pescar? ¿A manos llenas? Lo único que pescó el Siena fueron disgustos, miseria y salvaciones de último minuto. La prueba de que Moggi era un yugo se dio en cuanto se derrumbó, este verano, el sistema de Lucianone. El Siena buscó jugadores por donde pudo y reunió a Frick, a Conco, a Gastaldello, a Bogdani, a Beretta. Inició la temporada con un punto de penalización, por no pagar impuestos, pero tiene ya 16. Sin la penalización, estaría a dos puntos de la Liga de Campeones. Aunque ayer perdió en Udine, el Siena, libre de la tiranía de Moggi, vive el mejor año de su historia.

Emilio Giannelli, un dibujante que publica cada día una viñeta-editorial en la portada del Corriere della Sera, el principal diario del país, es tifoso del Siena y hace un resumen de la situación con un tremendismo muy toscano: "Vivir como súbditos es contrario a la historia de Siena y de los sieneses; fuimos los últimos en ceder ante Carlos V, y eso por culpa de la traición de los florentinos. Finalmente, hemos reconquistado nuestra libertad también en el fútbol y no somos ya prisioneros de Moggi".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_