Tres minutos bastan

Unos venían de Delaware y los otros de Newcastle, pero ambos comparten la misma inclinación por condensar en apenas tres minutos los condimentos básicos para la cocción de una buena canción pop. Los primeros, los jovencísimos Spinto Band, lo demostraron con una bulliciosa exposición de la jovial factura de Nice and nicely done, otro trabajo más con el que engrosar la lista de deudores de XTC y demás luminarias new wave. Menos espontaneidad y más regusto a plato recalentado emana del argumentario de Maxïmo Park. Su directo se ha sacudido el encorsetamiento que le atenazaba hace cosa de año y medio (no hay más que recordar su paso por el FIB), hasta conformar un espectacular derroche que circula a velocidad de crucero y por momentos pretende avasallar, pero no parece que pese a ello su limitado temario les de para mucho más. Sin pretender ahondar en un roñoso escepticismo, no es descabellado pensar que su impactante -sobre todo a corto plazo- destilación de los diez mandamientos del reciente rock anglosajón (de The Jam a unos evidentísimos The Smiths) tenga escasa proyección en las próximas temporadas. Recuerdan demasiado a toda aquella cohorte de bandas fabricadas en serie que generó el pop británico a mediados de los 90, incapaces de trascender el impacto de un debú flor de temporada (¿por dónde comenzamos la interminable lista?) Se mantienen en unas constantes vitales que responden milimétricamente al canon de fiel producto de la inagotable factoría de Albión, para lo bueno y para lo malo. Y eso que el histriónico y sobreactuado Paul Smith se gana con creces (y mucho sudor) el jornal. Su directo fue irreprochable, pero los escasos temas nuevos en absoluto superan la saludable efervescencia de los de A Certain Trigger, álbum al que ya llevan tiempo extrayendo todo el jugo posible. Y eso no es precisamente un buen augurio.