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René Obermann | Presidente de Deutsche Telekom

Un bulldozer sin armadura

El aspecto juvenil del nuevo presidente de Deutsche Telekom, René Obermann, 43 años, natural de Düsseldorf, no parece concordar con su dilatada carrera repleta de éxitos. Con su cara de zagal travieso y su fama de amante de la velocidad, René Obermann, que conduce un Porsche y una moto MV Augusta, tiene más aspecto de joven emprendedor que de señor presidente. De sus antecesores se distingue en que en lugar de haber hecho una carrera dentro de la empresa escalando peldaños hasta la cumbre viene de fuera, no tiene estudios universitarios y nunca se consideró un "empleado". "Yo soy un empresario", ha dicho aprovechando el doble significado que la palabra "unternehmer" tiene en alemán: empresario pero también emprendedor.

Ese talante lo demostró a mediados de los ochenta cuando después de un ciclo de formación profesional de Comercio Industrial en BMW se matriculó en Económicas en la Universidad de Münster y comenzó a vender teléfonos para coches y contestadores automáticos desde su casa. Pronto dejó los estudios -"tenía que ganar dinero, mi familia no era precisamente acomodada", ha dicho-. Su empresa, que ya se había pasado al negocio de la telefonía móvil, llegó a facturar 10 millones de euros. En 1991, la compró la hongkonesa Hutchison Whampoa que, con el nombre The Phone House y bajo la batuta de René Obermann, llenó el país de puntos de venta de móviles. De ahí pasó, de la mano de Kai-Uwe Ricke, a convertir el pequeño negocio de telefonía móvil de Telekom en la mayor división de la compañía, con 29.400 millones de euros de facturación.

Padre de dos hijos, Obermann aguanta el ritmo gracias a una vida sana y durante años vinculada al deporte. Al hockey sobre hielo, en el que compitió durante años, ya no le puede dedicar tiempo, pero se mantiene en forma corriendo y ha participado en algún maratón. No fuma y en lugar de café prefiere tomar té verde. Un estilo de vida acorde con su enérgico carácter: Obermann es duro pero justo, han dicho de él miembros del comité de empresa. Apodado por algunos El Bulldozer, toma decisiones drásticas, sabe imponerse y no es raro verle dar un puñetazo sobre la mesa. No evita la confrontación, y quienes le conocen dicen que en el campo de batalla libra el combate sin armadura.

Siempre impecablemente vestido, se comenta que el nuevo presidente se pasea de incógnito por los puntos de venta de la compañía para controlar personalmente la calidad de la atención y ha leído El libro de los odiadores de Telekom, un compendio de las peores pesadillas por las que han tenido que pasar sus sufridos clientes.

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