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Reportaje:

La Caixa se examina ante el mercado

La entidad de ahorros saca a Bolsa su cartera de participadas para financiar su estrategia de crecimiento

Claudi Pérez

La Caixa sacará a Bolsa en 2007 su cartera de participadas: un conglomerado en el que destacan Telefónica, Repsol, Abertis y Gas Natural, con un valor de mercado de 21.400 millones de euros. La entidad da así un primer paso para sentar las bases de un nuevo grupo, con un papel menor de la cartera industrial y un mayor peso de su negocio clásico: banca y seguros, combinados con una pata social que su presidente, Ricard Fornesa, se ha empeñado en potenciar. En pleno proceso de desinversiones -Colonial es la penúltima venta sonada-, la salida a Bolsa aporta más recursos para financiar la expansión incluso en el extranjero, con una puerta abierta a la compra de bancos en Europa.

La entidad tiene más de 5.000 oficinas y presencia en todas las ciudades de más de 20.000 habitantes, y quiere iniciar la expansión internacional

Los últimos movimientos de La Caixa profundizan en una aparente paradoja. Por un lado, la entidad quiere ser más caja de ahorros que nunca y su presidente, Ricard Fornesa, está empeñado en potenciar su pata social: más microcréditos para emprendedores, más pisos de alquiler a precios baratos y la tradicional obra social en el ámbito de la cultura, entre otras cosas. Y por otro, en sus hechuras y en sus modales La Caixa se parece cada vez más a un banco. En el horizonte de 2010, la caja quiere reducir distancias respecto a los dos pesos pesados, Santander y BBVA. Paralelamente, sacará a Bolsa buena parte de su cartera de participadas -con un valor de mercado de 21.400 millones de euros, poco más o menos dos veces el de Acciona- para obtener liquidez y seguir reforzando su presencia, tanto en España como en el extranjero.

Con esos recursos, La Caixa seguirá abriendo oficinas para arañar aún más cuota de mercado -tiene ahora más de 5.000 sucursales y presencia en todas las ciudades españolas de más de 20.000 habitantes- y acometerá su expansión internacional con la vista puesta en la compra de un banco en Europa y, más concretamente, en Europa del Este.

Inmersa en varios frentes -entre los que destacan la oferta pública de adquisición (OPA) de Gas Natural sobre Endesa y la fusión de Abertis y Autostrade-, la salida a Bolsa de la cartera de participadas es una operación con múltiples lecturas. Como casi todo lo que tiene que ver con la entidad que dirige Isidre Fainé. Aprobada el pasado jueves por el Consejo de Administración, un escueto comunicado daba cuatro razones para sacar al parqué un holding que siempre se ha definido con un latiguillo rotundo: el primer grupo industrial de España. Especialmente después de que Santander y BBVA redujeran posiciones en las grandes empresas españolas para centrarse en su expansión internacional.

La Caixa asegura que la operación permitirá, en primer lugar, "obtener un contraste de mercado de la gestión de participadas". Esa es una vieja aspiración del Banco de España, preocupado por la creciente cartera industrial de las cajas de ahorros. La salida a Bolsa del holding inversor supone "introducir elementos de disciplina de mercado en la gestión de las participaciones de las cajas, y por lo tanto no se ve mal", según fuentes del organismo supervisor. En segundo lugar, permitirá "dar entrada a terceros en el proyecto", manteniendo siempre una participación de control. Y eso implica, de retruque, "diluir el riesgo" concentrado en la actual cartera, explica Juan Lafont, director del área de servicios financieros de la consultora AT Kearney.

La caja asegura también que el mercado bursátil "potenciará la independencia de la gestión de la cartera" en relación con La Caixa. "La identificación de La Caixa con determinadas participaciones industriales ha provocado algún problema este mismo año, con una campaña en contra" que la caja ha dejado atrás con fuertes crecimientos tanto en clientes como en volumen de negocio, afirman fuentes del sector financiero. "Pero se trata de un problema latente que entra en vías de solución con operaciones como ésta, que permitirán la entrada de socios, o con la política de ir de la mano de otros inversores, como ocurre en Abertis con ACS", según las mismas fuentes.

Finalmente, La Caixa quiere "aprovechar las oportunidades de crecimiento y desarrollo que ofrecen los mercados de capitales, tanto a niveles de inversión como de financiación". "Es decir -explican fuentes del mercado-, hacer caja en euros contantes y sonantes. Ya ha habido ventas de participadas como Colonial para obtener recursos. Pero las plusvalías acumuladas en las inversiones son humo si no se realizan".

Al cierre del primer semestre, la caja había desinvertido por valor de 3.500 millones de euros. A esa cifra hay que sumar la venta de Inmobiliaria Colonial, Caixabank France y Crèdit Andorrà. Pero el grupo pretende seguir adelante con este proceso. Fornesa ha definido como estratégico el póquer formado por Abertis, Aguas de Barcelona, Gas Natural y Telefónica. Además de Repsol. El resto de inversiones pueden ponerse a la venta en función de las ofertas. "Las participaciones industriales no son como las bodas católicas", afirmó Fornesa el pasado octubre para explicitar este golpe de timón.

Una nueva estrategia

Las inversiones industriales han sido una constante en la evolución de las cuentas de resultados de las cajas de ahorros españolas, no sólo de La Caixa. Pero las cosas han cambiado con las nuevas normas contables, que han reducido su atractivo. "La gestión de la cartera industrial ha sido un éxito, pero Fornesa ha dado el primer paso de una senda que van a seguir otras muchas cajas, en línea con las tendencias del mercado", asegura Juan Lafont.

La entidad sienta así las bases de una nueva estrategia para reforzar su negocio bancario y asegurador, con la habitual apertura de sucursales o bien con operaciones corporativas. La Caixa está a la altura de los grandes bancos en España pero tiene una asignatura pendiente: la internacionalización. Con la salida a Bolsa de su cartera de participadas, el mercado no descarta que la entidad de ahorros utilice el holding para tomar participaciones en bancos, como las que ya tiene en el Sabadell, el portugués BPI y el grupo francés Boursarama. Europa del Este figura en todas las quinielas iniciales. Pero ese será un segundo paso. Con el salto al parqué, el primero es el examen de los inversores a la estrategia de la caja. En un sistema financiero asimétrico en el que, a decir de los banqueros, "las cajas pueden comprar bancos pero los bancos no pueden comprar cajas", el proyecto de La Caixa puede suponer una transformación.

Los antecedentes: March y Banesto

La entrada en Bolsa del holding industrial de La Caixa será la primera incursión en el parqué de una caja de ahorros española, pero la fórmula tiene antecedentes similares. Banesto, con su Corporación Industrial, y Banca March, con Corporación Alba, hicieron algo parecido, con resultados dispares. El holding de Banesto ya no cotiza en Bolsa, mientras que Alba se asentó en el Ibex durante largas temporadas. En el caso de La Caixa, la valoración de la cartera total situaría el nuevo holding entre los 10 grandes valores del Ibex, aunque la entidad tiene previsto sacar a Bolsa un porcentaje inferior al 50%, para mantener el control. Además, los analistas aseguran que el formato -holding financiero- suele penalizar la cotización respecto al valor de las participaciones.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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