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Reportaje:Tenis | Masters

Hasta el último suspiro

Nadal pierde en dos mangas ante Federer tras obligarle a sacar lo mejor de sí mismo en un partido memorable

Aquella bola llevaba veneno. El drive cruzado que Roger Federer le mandó a Rafael Nadal simbolizaba el mejor resumen del partido memorable que los dos primeros jugadores mundiales ofrecieron en Shanghai. La bola casi rozó la cinta y atravesó la pista a una velocidad de vértigo, cogiendo una angulación impensable hasta caer muy cerca de la línea lateral. El mallorquín corrió, se estiró, alargó el brazo, pero no pudo alcanzarla. Era el último suspiro. Con aquel golpe genial Federer se clasificó para su cuarta final consecutiva en la Masters Cup. Nadal abandonó la pista con tristeza, pero con la satisfacción de haberlo dado todo y de haber demostrado que su nuevo proyecto tiene futuro. Hoy, el suizo se enfrentará al estadounidense James Blake que derrotó al argentino David Nalbandián (6-4, 6-1).

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"Su última bola me ha vuelto loco"

Fue la tercera derrota de Nadal en nueve partidos contra el número uno, la segunda consecutiva. No se habían enfrentado desde que Federer se coronara en Wimbledon. Aquel partido, en el que Rafa le arañó una manga, marcó el futuro de sus enfrentamientos. No porque Nadal no pueda ganar ya a Federer, que lo hará probablemente cuando se enfrenten en tierra batida, sino porque en la hierba de Londres se produjo un cambio de dinámica tanto psicológico como técnico.

"Les vi en la final de Roma", cuenta Gianni Clerici, uno de los mejores periodistas especializados, "y Federer jugó los dos match-ball con el brazo totalmente encogido. Temía a Nadal". Ahora le sigue temiendo pero ha comprendido que no debe obsesionarse con el resultado. Es cierto que la tensión pudo con él cuando sacó con 5-4 en la manga inicial. Cometió una doble falta, no entró ni un primer saque y el mallorquín le arrebató el saque sin cederle ni un punto. Pero también es verdad que en el siguiente juego se recuperó y ganó el set sobre el saque de Nadal sin excesivos problemas.

Pero lo que demostró el cambio psicológico, fue el desarrollo de la segunda manga. Otras veces Federer había mostrado ansiedad por concluir el partido. Ayer se concentró en su saque -sólo afrontó una bola de break en todo el set- y esperó pacientemente que le llegara el momento de atacar el de Nadal. Tuvo la primera ocasión en el cuarto juego -dispuso de 15-40-, la segunda le llegó con 5-4 y disfrutó de dos bolas de partido que sólo el Nadal de las grandes ocasiones podía salvar. La tercera, con ventaja tras un drive fallado del mallorquín, no se le escapó.

El cambio de ascendentes y dinámicas tendría un valor relativo si no fuera acompañado de algunos cambios técnicos también determinantes. Federer comprendió ya en Wimbledon que, al margen de la calidad de Nadal, su problema era que el mallorquín es zurdo. Ya allí cambió sus esquemas de juego. Pero en Shanghai, se hizo patente que ha estudiado muy bien dónde debe atacar a Nadal y dónde debe lanzar la bola cuando se defiende. En contadas ocasiones mandó su revés cortado cruzado hacia el drive del mallorquín. Sólo buscaba aquel cuadrante de la pista cuando podía atacarle, pero sus bolas defensivas iban siempre dirigidas al revés de Nadal, causando algunos estragos en su juego.

El duelo se produjo en circunstancias poco favorables para el mallorquín: está adaptándose a un nuevo esquema de juego más agresivo y ofensivo y el partido se disputó en una pista interior, la más favorable para el suizo. El resultado respetó la lógica. Pero, aunque sus duelos seguirán siendo épicos y ofreciendo el mejor tenis que es posible ver en el circuito, la tendencia, en superficies rápidas, parece que ha cambiado. Y será necesario que Nadal consolide y mecanice los golpes y el cambio de mentalidad en los que trabaja, para poder derrotar de nuevo al número uno del mundo.

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