"El tecno ya es la música de papá"
Laurent Garnier es un personaje importante en el mundo de la música electrónica. Reconocido como uno de los pinchadiscos más abiertos y dinámicos, es también un incansable activista musical, y no sólo en el campo del tecno. Garnier es de los que pueden mezclar descaradamente músicas de las procedencias más diversas. No es casual que su página web se llame precisamente For the love of music. Es disc-jockey, músico, compositor, productor discográfico y radiofonista, entre otras muchas cosas, y ahora añade a esas actividades la de escritor. La editorial barcelonesa Global Rhythm acaba de editar Electroshock, un libro de tono autobiográfico escrito en colaboración con el periodista David Brun-Lambert.
"El Sónar convenció a las instituciones de que el tecno era parte esencial del arte contemporáneo"
"Mi trabajo es hacer bailar a la gente, pero no puedes hacer lo mismo cada noche"
Electroshock es la primera tentativa literaria de Laurent Garnier. "El primer libro y el último", afirma el poliédrico artista francés. "Mi vocación literaria ha comenzado y ha acabado aquí. Me gustan los retos, hacer cosas diferentes. Cuando me propusieron hacer el libro me pareció un reto y ahí está, pero no habrá un segundo volumen".
Garnier (Bologne sur Seine, 1966) narra en lenguaje plano y huyendo de tecnicismos su personal viaje a través de la música electrónica. "No es un libro para irreductibles del tecno. No quería hablar para los que ya salen en el libro, sino para el resto del mundo. Quería explicar con palabras sencillas, por ejemplo a mis padres, la historia humana de una pasión, mi pasión por la música, por toda la música, tanto da que sea tecno, jazz o salsa. Podría haber sido zapatero y tener la misma pasión por los zapatos, pero en este caso se trata de pasión por la música".
A lo largo de toda la conversación Garnier elude siempre que puede la palabra tecno, habla de música y lo enfatiza. "Lo que más me disgusta es que digan que Garnier es un disc-jockey tecno. Nada más lejos de la verdad. Me gusta esa música y la defiendo, pero cuando pincho o actúo con mis músicos hay siempre un poco de todo. No me gusta ir en una dirección concreta. Estoy allí para explicar una historia y para sorprender al público, y sólo puedo sorprender si me sorprendo a mí mismo. Mi trabajo es hacer bailar a la gente, pero no puedes hacer las mismas cosas cada noche, tienes que arriesgarte, saber atrapar el momento y arriesgar. Conozco pinchadiscos que ponen cada noche los mismos discos en el mismo orden; no lo entiendo, porque lo que funciona ahora puede no funcionar dentro de media hora en el mismo lugar. Has de atrapar el momento y actuar siempre con lógica. Si estas en un club de rock no puedes pasar de Beatles a Sex Pistols de repente".
Garnier pincha rock, soul, jazz, funky o reggae con la misma soltura con la que recurre al drum'n'bass, al tecno o a los sonidos industriales. "El panorama está cambiando. No creo que simplemente sea ahora más amplio que hace 10 años, pero hay nuevas generaciones que quieren oír otras cosas, rock por ejemplo. Hace 10 años sólo sonaba tecno, pero para esos jóvenes el tecno ya es la música de papá. Tampoco nos engañemos: en el campo del rock hay muy buenos grupos que hacen grandes cosas, pero tampoco sale nada nuevo. El único grupo futurista es Radioheart".
Laurent Garneir se mueve constantemente, cada frase que sale de su boca se acompaña del consiguiente movimiento acompasado, como si bailara al ritmo de sus propias palabras. "Me gusta el baile, ¡claro! No podría contagiar una fiebre si yo no la tuviera. No comprendo a esos disc-jockeys que están pinchando y ni se mueven. Igual sucede con toda esa nueva generación de jóvenes que hacen electrónica en directo y, sin moverse, no quitan la mirada de la pantalla y la mano del ratón. ¡No hacen música, como mucho escriben e-mails!".
Además de pinchadiscos, Garnier es compositor y dirige una banda en directo con electrónica, músicos y bailarines. "En el escenario busco siempre lo inesperado. Detesto a esos grupos que hacen canciones de tres minutos clavadas al disco. Yo quiero que cada momento sea único, compartir con el público el placer de vivir un momento único. Por esa razón utilizo músicos de jazz, porque improvisan y están siempre preparados para cualquier cosa".
En su libro Laurent Garnier vierte frases elogiosas sobre el festival Sónar y no olvida cuando actuó en su primera edición. "Allí aprendí a decir 'de puta madre' [lo repite en castellano]. Había poca gente, pero muy entusiasta, con ojos como platos, que repetían: 'No sé qué es esto, pero es de puta madre'. Fue el comienzo de la cultura tecno en España. El Sónar convenció a las instituciones de que el tecno era una parte esencial del arte contemporáneo, algo impensable en Francia o Inglaterra".
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