_
_
_
_
Reportaje:

En el laberinto de Benítez

El Liverpool figura a 14 puntos del líder, y Gerrard simboliza los males que afectan al equipo, en el que no juega en su sitio y apenas marca goles

Quisiera ser libre, pero vive encajonado en el laberinto de Rafa Benítez, donde el talento se supedita a los dictámenes de los resultados, de las ecuaciones resultantes de impersonales programas de ordenador que deciden, en función de parámetros como los balones perdidos, los pases bien dados y los kilómetros corridos durante el partido, quién debe jugar, antes incluso que los meros criterios resultantes del gusto, la táctica y la intuición, bastante más ingleses, bastante más futboleros. Allá donde Bill Shankly tomaba decisiones bebiendo el té en el cuarto de las botas de Anfield, Benítez manda y ordena. Así que, entre otros Steve Gerrard (Whiston, 1980) sufre y padece las consecuencias. Ya casi nada queda de aquel talante que llenó de sentido diferencial al Liverpool hace décadas, dando sentido histórico a una manera de vivir el fútbol incomparable a los equipos de Londres, eterno debate de una sociedad venida a menos que ha deprimido incluso a su exitoso club de fútbol. Metido en el laberinto, afectado de lleno por el síndrome Benítez, Steve Gerrard no alza la voz, pero baja la cabeza y asume que está en horas bajas. En el peor momento, seguramente de su carrera.

Carragher: "El problema no es Gerrard, sino que cada vez jugamos con menos carácter"

Protegido por el equipo, eso sí. Ayer, Luis García aseguró, de vuelta a Liverpool: "A Steve no le pasa nada. La gente se fija demasiado en él y le da muchas vueltas a cosas que no existen. Todos tenemos altibajos y él es un fenómeno que sólo necesita nuestro apoyo si las cosas no están saliendo bien". Y Carragher se apunta al discurso: "Nuestro problema no es Gerrard, nuestro problema es que cada vez jugamos con menos carácter", dijo el zaguero. Muy lejos del Chelsea, líder de la Premier, el Liverpool es noveno, tras 12 jornadas, con 17 puntos ganados, a 14 de los de Mourinho. A estas alturas, cualquier sueño de ganar la Liga se ha esfumado. "Ahora, el objetivo es quedar entre los cuatro primeros", confesó Pepe Reina tras ser goleado por el Arsenal (3-0) el pasado domingo. Después de ganar un punto de los 18 disputados a domicilio -seis partidos en los que ha marcado un solo gol (Fowler, de penalti) y ha encajado 12- Gerrard insiste en que sigue siendo feliz en Liverpool y que no se le pasa por la cabeza marcharse de un equipo en el que ha disputado 353 encuentros, con el que ha anotado 65 goles y que le ha catapultado a una internacionalidad de la que ha disfrutado en 51 ocasiones. Pero, a decir verdad, su realidad deprime: si ya volvió tocado del Mundial de Alemania, donde Inglaterra jugó de pena y él bastante mal, su hija Lexlie está en tratamiento contra la meningitis. A otro nivel, el deportivo, no juega donde quisiera, no mete goles -acaba de romper cuatro meses de sequía goleadora marcando después de 25 partidos en el último de la Liga de Campeones, frente al Girondins de Burdeos- y además, sigue encajonado en la banda derecha del juego inglés cuando su deseo es jugar en el doble pivote, con absoluta libertad de movimientos, a lo Zidane o Del Piero. Pero, lesionado Sissoko, Benítez prefiere a Zenden, aquel extremo del PSV que se reconvirtió a lateral en Barcelona y se convirtió en mito en Middlesbrough antes de fichar por el Liverpool.

Padece Gerrard las ataduras del corsé táctico de Benítez, pegado a la banda derecha, pero obedece y calla. Y si habla, lo hace creando grupo. "No pasa nada, me llevo muy bien con el entrenador, hablamos mucho, contrastamos opiniones y queremos lo mejor para el Liverpool", dice Gerrard que sabe de la invulnerabilidad de Benítez. Noel White, poderoso e influyente notable de Liverpool se vio obligado a dimitir como directivo del club por invitar al español a marcharse muy educadamente. David Morse le pidió a Benítez públicas disculpas y le ofreció la cabeza de White. "Todo lo que se dice sobre la mala relación con el entrenador es basura. Me enferman estos rumores", se queja Gerrard, que en 2005 renovó por cuatro años, una apuesta personal de Benítez, que frenó así su posibler marcha al Real Madrid.

Para colmo, los plazos de las obras del nuevo estadio en Stanley Park llevan retraso y costarán 50 millones de libras más de los 200 presupuestados, con lo que la inversión en fichajes para el año que viene está congelada. Ver a Gerrard liderar un Liverpool poderoso parece cada vez más lejos.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_