Subdesarrollo humano
El Índice de Desarrollo Humano (IDH) que elabora Naciones Unidas con datos sobre ingresos, alfabetización y esperanza de vida de los distintos países constituye una radiografía bastante fiel de la situación económica y social del mundo. Según el último informe, difundido estos días, en 2004 el país más desarrollado del mundo era Noruega, seguido de Islandia y Australia. Obsérvese que las tres cimas de desarrollo mundial no están organizadas económicamente según el único criterio del mercado, sino que combina las exigencias de la libertad empresarial con políticas públicas muy desarrolladas. España ocupa el puesto decimonoveno, dos más arriba que en el anterior informe.
Pero no es la clasificación lo más importante, sino, por una parte, el abrumador análisis sobre la relación entre la falta de agua y pobreza y, por otra, la descripción contrastada de los reductos de miseria que se mantienen en varias zonas del mundo, en particular en África. Sobre el primer problema baste decir que todos los años mueren 1,8 millones de personas por falta de agua. Durante las últimas décadas el mundo ha registrado un crecimiento de riqueza sin precedentes. La esperanza de vida media ha aumentado en tres años desde 1990 y la tasa de alfabetización ha pasado del 75% al 82%. Pero en 2004 murieron 10,8 millones de niños y quedan 115 millones sin escolarizar. La desigualdad sigue siendo abismal: los noruegos son 40 veces más ricos que los nigerianos, viven casi el doble y tienen una tasa de escolarización de casi el 100% frente al 21% en el país africano.
El colapso del desarrollo humano se está concentrando peligrosamente en el África subsahariana. Si todas las regiones mundiales progresan en mayor o menor medida, en el África meridional retroceden todos y cada uno de los indicadores de bienestar. Cada año obtienen menos ingresos per cápita, aumenta la mortalidad infantil o se hunde un poco más el nivel de educación. Si no se pone remedio, el África subsahariana se perderá por el sumidero de la historia, arrasada por enfermedades como el sida, la falta de agua, el hambre y la corrupción. Si algo queda claro en el informe es que los poderes mundiales -llámense ONU, países desarrollados, Unión económica y monetaria o cualquier otro- están obligados perentoriamente a organizar estructuras económicas en los países de la zona para frenar la caída libre hacia el horror de la miseria.
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