El empate que no llegó a ser

El 28 de diciembre de 2004, el pleno del Parlamento sometía a votación los presupuestos para el año siguiente. Con 74 parlamentarios en la Cámara, el resultado previsible era un empate a 37 entre el Gobierno y la oposición, lo que habría hecho decaer el proyecto.

La socialista Irene Novales pulsó reiteradamente el botón del "No" de su escaño sin lograr que su acción se reflejase en el panel electrónico. Ello hizo que el tripartito lograse sacar adelante la votación por 37 votos contra 36. El de Novales habría supuesto, pues, el empate, y obligado al Gobierno a la prórroga de las cuentas anteriores.

El portavoz socialista, Rodolfo Ares, y la propia Novales llamaron con gestos la atención del entonces presidente de la Cámara, Juan María Atuxa, ya durante los 22 segundos que dura cada votación para indicarle lo que sucedía, pero ni él ni ninguno de los miembros de la Mesa se apercibieron. Ares pidió luego a Atutxa que repitiese la votación, pero el presidente se negó, alegando la inexistencia de los fallos técnicos que sostenían la afectada y el portavoz socialista. Las votaciones continuaron, hasta ocho más, y Novales pudo votar en todas.

Dos días después, dos grupos pidieron que se prescindiese de la votación electrónica, dado que no se fiaban del sistema. En febrero de 2005 se registraron otros dos fallos, que afectaron a Juana Iturmendi, del PP, y Antton Karrera, de EB. En esta ocasión, Atutxa sí se avino a realizar pruebas inmediatas para comprobar si el sistema fallaba.

Los socialistas recurrieron en amparo al Constitucional al considerar que la actuación de Atutxa contravino el artículo 23.2 de la Constitución, que ampara los derechos de los parlamentarios en el ejercicio de su función. El alto tribunal admitió a trámite el recurso en noviembre de 2005 y el 21 de septiembre pasado envió una providencia a la Cámara, dándole 20 días de plazo para que alegase en defensa de la actuación de su ex presidente. La Mesa dio curso al informe y lo envió recientemente al Constitucional.