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Reportaje:CULTURA

Hablando (mal) se entiende la gente

Prima el lenguaje gráfico, plagado de tacos, y desaparecen las diferencias de entonación

Con la mano en el corazón: ¿Cuántas veces al día se le escapa el dichoso vale, como sinónimo de "muy bien", o simple añadido superfluo para reforzar una afirmación...? ¿Cuántas nos descubrimos interrumpiendo la conversación para soltar un vamos a ver que no viene a cuento? Vale o vamos a ver son sólo latiguillos en el diálogo que lastran el idioma, lo uniformizan y le quitan vitalidad y gracia. Pero no son las únicas muletillas del español coloquial de hoy, que ha asimilado términos del inglés (vale sería, a veces, la traducción del omnipresente ok), tacos, y palabras lisa y llanamente burocráticas hasta convertirse en un lenguaje que muchos extranjeros de los que estudian en el Instituto Cervantes no consiguen entender. Al menos a la primera.

El director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina, recomienda volver al método de la lectura en voz alta en la escuela

¿Son síntomas de decadencia de nuestra lengua? ¿Se está empobreciendo el español en España, coincidiendo, paradójicamente, con su consolidación como uno de los principales idiomas del mundo?

Al lingüista y miembro de la Real Academia Española José Antonio Pascual el uso de vale o vamos a ver no le parece grave en sí mismo. "Son tácticas de conversación", dice sentado en una salita de la sede de la institución, decorada con pesado mobiliario antiguo. "Pero resulta petulante en una conversación normal usar una interrupción como vamos a ver". Más irritante le parece la manía, bastante extendida, de utilizar burocratismos en la conversación. "El otro día me decía un profesor, 'es que no tengo el teléfono operativo'. Claro, ahí hay que soltar un taco, ¿por qué no dice que no le funciona el teléfono, simplemente? Es como si hubiéramos perdido el Norte, porque nos falta la brújula de la lectura, pero lectura de novelas".

Por este camino de uso y abuso del Te comento; Vamos a ver, ¿vale?, hemos llegado a un punto en el que hablar de una manera refinada puede resultar casi ofensivo para el interlocutor. "Es que estamos en un país lingüísticamente democratizado a la baja", sostiene el estudioso José Antonio Millán, que acaba de publicar un libro sobre las peculiaridades del idioma, El candidato melancólico. El resultado de ello "es que todos hablamos igual, desde la duquesa de Alba, al cardiólogo o al fontanero, pasando por el político".

Este proceso arrasó también con las diferencias de entonación, un aspecto esencial de la lengua, según todos los expertos. "Cuando yo era pequeño, era normal que cada alumno leyera en voz alta en la escuela", dice Millán, nacido en 1955. Era un método eficaz de aprender a hablar correctamente, al que el director del Instituto Cervantes, César Antonio Molina, recomienda regresar cuanto antes. Su experiencia, de dos años y medio, al frente de este instituto -"me he recorrido el país de arriba abajo", dice- le ha permitido comprobar que los españoles no acaban de valorar su propia lengua, y por tanto, no son conscientes de los riesgos de estropearla. "Hay que hacer un enorme trabajo de concienciación en este sentido", explica en su flamante despacho de la nueva sede del Cervantes, un palacio que se asoma a la plaza de Cibeles.

Para empezar, Millán cree que no estaría mal resucitar los distintos registros lingüísticos. "No es igual una conversación entre amigos que la que se mantiene en el médico. Los políticos antiguos conocían perfectamente las reglas de la oratoria, los actuales hablan en el Parlamento como si estuvieran en el bar".

Y en el gigantesco bar nacional prima el lenguaje gráfico plagado de tacos. No sólo en la conversación, sino por escrito. Hace unos días, el cineasta José Luis García Sánchez incluía en un artículo dedicado al guionista Rafael Azcona esta frase: "Hay que joderse con lo bien que está el genio riojano a sus 80 años".

"Los tacos son términos casi de colega", cree Alex Pena, guionista de Los Serrano, una serie costumbrista emitida por Tele 5, que alcanzó audiencia millonaria y en la que se abusa de este tipo de términos. "Nos inspiramos en el lenguaje de la calle. Es la gente la que habla así", dice Pena. Con muchos tacos y una preferencia por términos importados del inglés. Mejor hablar de icono que de símbolo. "A mí no me parece mal", dice José Antonio Millán. "Al fin y al cabo, el inglés nos devuelve muchas veces términos latinos o griegos. Una palabra como protocolo, tan usada en la informática, no deja de ser un término clásico que utilizaba Quevedo".

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