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Reportaje:

Un circuito basado en el reciclaje

Iglesias, cines, mataderos, naves industriales y cuarteles han sido reconvertidos en salas de conciertos en Euskadi

Es difícil imaginar la escenificación de una ópera, con su orquesta, su escenografía y su extenso elenco artístico, fuera de un sobrio y amplio teatro. Pero la música popular no requiere tanto equipaje. Micrófonos, amplificadores, instrumentos y unos metros de cable bastan para que un grupo de rock se haga escuchar, por lo que muchas veces se hacen hueco en lugares inverosímiles. Así, hay giras que recalan en teatros y auditorios de postín, pero cualquiera no puede llenar sus patios de butacas y buena parte de los miles de conciertos que se programan anualmente en Euskadi (6.700 en 2005, según la SGAE) se celebran en viejos talleres industriales, discotecas, cines e incluso templos religiosos reconvertidos en salas de conciertos.

Rockstar Live, en Barakaldo, es una excepción al tratarse de un espacio de nueva construcción concebido para actuaciones en vivo
"Aquí se ha producido un mayor aprovechamiento de infraestructuras que en el resto de España", afirma Ignacio Casado, de la SGAE

En ese sentido, Rockstar Live, la sala sita en Barakaldo (Centro Comercial Megapark) que prevé celebrar su inauguración el próximo jueves con Ojos De Brujo, será una excepción al tratarse de un espacio de nueva construcción concebido para la celebración de actuaciones en vivo. Su aforo rondará los 1.500 espectadores, gracias a 2.000 metros cuadrados de planta, y el equipo de sonido se anuncia de primera categoría, con intención de atraer a primeros espadas del pop y del rock nacional e internacional. Willy DeVille, Melendi, Mikel Erentxun y Verónica Romeo tienen ya confirmada su presencia allí este mes.

Otros músicos tendrán que conformarse con intentar meter 750 seguidores en el Kafe Antzokia de Bilbao, que es el antiguo cine San Vicente convenientemente desprovisto de butacas. O con llenar con medio millar de personas Bilborock, la sala de conciertos ubicada en la antigua iglesia de La Merced. "El equipamiento está perfectamente acondicionado, incluso para minusválidos, tiene un aforo para conciertos de 500 personas y un escenario de cinco por cinco metros. Si caben en el escenario y es para un aforo reducido, siempre se pueden hacer cosas", explica Alberto Gutiérrez, coordinador de Bilborock, cuyo alquiler cuesta entre 360 y 720 euros.

También en Vizcaya, la sala Rockstar es una vieja discoteca; Azkena y Edaska son bares, y el Xurrut, el sótano de una pizzería de Gorliz. En Guipúzcoa destaca por pintoresco el caserío que alberga la sala Pagoa, en Oiartzun, y el nuevo uso dado al Matadero de Azkoitia. Incluso la reconversión industrial ha beneficiado a los aficionados al pop y al rock, ya que pabellones de este tipo de Vitoria, Bilbao y Bergara se han reconvertido en las salas Helldorado, Santana 27 y Jam. Y las variedades de usos previos aumenta cuando uno repara en los gaztetxes y locales okupados, desde cuarteles de la Guardia Civil hasta escuelas, que también programan bolos.

"Aquí se ha producido un mayor aprovechamiento de infraestructuras que en el resto de España. En ese sentido, Euskadi se parece más a Francia que a España", afirma Ignacio Casado, director de la SGAE para la zona norte, quien también tiene una explicación para justificar que no abunden las iniciativas como Rockstar Live. "Es porque el negocio tampoco es tan claro, porque el mercado no las está demandando. Hay muchos conciertos en los que el ambiente es un poco triste, con poca gente, y las discotecas están atravesando una importante crisis, se lo tienen que pelear mucho para salir adelante", recuerda Casado.

Cuando un grupo reúne a más de 2.000 espectadores, en San Sebastián puede tocar en el frontón, el polideportivo, el velódromo o el estadio de Anoeta. Los pabellones La Casilla y Buesa Arena, en Bilbao y Vitoria, son otros recintos deportivos aprovechados para espectáculos culturales. En ocasiones se recurre a las plazas de toros, y no hay que olvidar que The Rolling Stones actuaron en San Mamés hace tres años, ni que el Bizkaia Arena puede acoger en el BEC a casi 20.000 personas. Su disponibilidad completa un amplio circuito y permite que en Euskadi se pueda celebrar todo tipo de conciertos.

Hay infraestructura suficiente, quizá el problema sea de demanda, no ya de oferta. "Cuando usábamos los probaderos y frontones para hacer conciertos, y sonaban a rayos, pensaba que teníamos más contenido que contenedores. En el circuito de salas, tradicionalmente se ha utilizado lo que había, pero ahora podemos hacer lo mismo que en cualquier ciudad europea, tenemos salas y espacios suficientes y bien planteados. El reto es llenarlos. Tengo un cierto miedo: que hayamos hecho muchos contenedores sin haber pensado en los contenidos", plantea el promotor vizcaíno José Ángel Serrano.

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