Bulent Ecevit, ex primer ministro de Turquía
Defendió un modelo socialdemócrata y laico
Turquía se despertó ayer desolada por la muerte de Bulent Ecevit. Con él desaparece uno de los escasos supervivientes de la generación que tomó el relevo en el poder de manos de los dirigentes que fundaron con Mustafá Kemal, Atatürk, la República surgida de las cenizas del Imperio Otomano.
En medio siglo de sobresaltada carrera política -fue cuatro veces primer ministro y pasó en dos ocasiones por la cárcel-, Ecevit defendió un modelo socialdemócrata, laico y modernizador para su país, sin apartarse en exceso de la ortodoxia nacionalista del kemalismo. Los turcos le recordarán como un ejemplo de integridad, dentro de un sistema político marcado por la corrupción, y por su imagen de ciudadano de a pie de Estambul paseando junto al Bósforo, con la gorra marinera siempre calada y libros bajo el brazo.
Pero para la memoria del resto del mundo, Ecevit seguirá siendo el jefe de Gobierno que ordenó la invasión de Chipre en 1974, tras un golpe grecochipriota que pretendía la anexión a Grecia, que desembocó en la partición, que aún pervive, de esta isla del Mediterráneo. Y en menor medida, la del mandatario que logró que finalmente, en diciembre de 1999, Turquía fuese aceptada como país candidato al ingreso en la Unión Europea.
Hijo de un médico y de una pintora, se educó en un colegio inglés de Estambul antes de pasar por varias universidades extranjeras, entre ellas la de Harvard (EE UU). La política y el periodismo fueron pronto sus pasiones. Durante sus prácticas como reportero en un periódico de Carolina del Norte le marcó hondamente la segregación que sufría la población negra sureña a mediados del siglo pasado. Cuando era agregado de prensa de la Embajada turca en Londres, el presidente Ismet Inonu, sucesor directo de Atatürk, se fijó en el joven periodista con alma de izquierdas para aportar savia nueva al partido único.
Diputado en 1957 por el Partido Republicano del Pueblo (CHP, en sus siglas en turco), Ecevit entró con apenas 35 años en el Gobierno como ministro de Trabajo. En 1974 envió a la jubilación al veterano Inonu para tomar las riendas del partido antes de ser designado por primera vez jefe de Gobierno.
Las convulsiones políticas y sociales que sufrió Turquía en los años setenta le acercaron y le alejaron sucesivamente del Gobierno en otras dos ocasiones. La junta militar que tomó el poder tras el golpe de 1980 le envío a prisión y le inhabilitó para la política. Ecevit fundó entonces el Partido de la Izquierda Democrática como contrapeso a los gobiernos conservadores que se sucedieron durante casi dos décadas en Ankara.
Tras la caída en 1997 de Necmettin Erbakan, del primer jefe de Gobierno islamista de la Turquía moderna, y los escándalos de corrupción que expulsaron del poder a los conservadores Mesut Yilmaz y Tansu Çiller, Ecevit tuvo una nueva oportunidad como gobernante. La suerte le sonrió y, a comienzos de 1999, un comando de los servicios secretos turcos capturó en Nairobi al jefe de la guerrilla separatista kurda, Abdulá Ocalan. Encarcelado en una isla del mar de Mármara el enemigo número uno de Turquía, Ecevit convocó elecciones anticipadas y se alzó con claridad sobre sus rivales.
Tres años después llevó a su partido a la más humillante derrota. El islamismo ascendente del actual primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, acabó por expulsar del Parlamento a todas las fuerzas políticas, excepto al CHP, en el que militó Ecevit en sus orígenes y con el que -por un desmedido apego al liderazgo- se negó a asociarse para formar un gran partido socialdemócrata laico que fuese alternativa a los conservadores islámicos. Los incontables escándalos de corrupción, de los que no se libraron altos cargos del Partido de la Izquierda Democrática; la inanidad del Estado ante el trágico terremoto que golpeó el noroeste de Anatolia en 1999, y, sobre todo, la grave crisis económica de 2001, sumieron en el descrédito a una clase política donde las élites kemalistas, a las que el mismo Ecevit pertenecía, se han cooptado desde el final del sultanato.
Retirado de la vida pública y dedicado a la poesía y la lectura, Ecevit acababa de asistir el pasado 18 de mayo a una multitudinaria manifestación en contra del integrismo, tras el asesinato en Ankara de un magistrado del Consejo de Estado por un abogado islamista radical, cuando le sobrevino el derrame cerebral que finalmente le ha costado la vida.
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