Pisar la alfombra roja del poder

Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el partido que lideran Josep Lluís Carod y Joan Puigcercós, tiene el corazón dividido entre los dos pretendientes que la cortejan: Convergència i Unió (CiU) y Partit dels Socialistes (PSC). Entre ambos le han devuelto, al menos temporalmente, la doble llave que se le había esfumado entre los dedos.

La dirección del partido declara su preferencia por el retorno del tripartito, pero Carod no ha querido cerrar la puerta a Artur Mas, quien ayer pronunció las palabras mágicas: le ofreció ser conseller en cap, y lo que convenga. Y a ese cargo siempre ha aspirado Carod, sobre todo después de haber probado fugazmente el fruto prohibido del poder durante 10 días, hasta que se entrevistó con la dirección de ETA en Perpiñán el 4 de enero de 2004.

Desde entonces, el líder republicano sueña con volver a pisar las alfombras rojas del poder. Pero eso se antojaba lejano, pues la posición contraria al Estatuto y las turbulencias en el tripartito vaticinaban un revés electoral para su formación. Cuentan en Esquerra que su secretario general, Joan Puigcercós, estaba presto a tomar las riendas si el 1-N el partido quedaba por debajo de los 20 escaños. Pero no hubo noche de San Bartolomé, aunque ERC haya perdido un 23% de votos respecto a 2003, igualito que el PSC. No hay sucesión, Carod no se jubila: ha resurgido, pero sabe que la simple mención de su nombre provoca temblores en las sedes de los dos grandes partidos españoles.