"Mejor morir que volver a la pobreza"
12 subsaharianos huyen del CETI de Ceuta para evitar ser deportados a Guinea-Bissau
Doce inmigrantes de Guinea-Bissau permanecen en paradero desconocido desde que el miércoles decidieran abandonar el Centro de Estancia Temporal (CETI) de Ceuta al conocer que iban a ser repatriados a su país y después de que la policía se llevara del propio recinto a dos de sus compatriotas, presumiblemente para ser trasladados a un centro de internamiento peninsular, paso previo a su deportación. Todos estos inmigrantes, que llevan en el centro desde hace más de un año, llegaron a la ciudad autónoma tras saltar la valla fronteriza en la madrugada del 29 de septiembre de 2005, cuando se produjo un asalto masivo de 700 personas al perímetro, que se saldó con cinco muertos y decenas de heridos.
El colectivo, que ha escrito una carta al delegado del Gobierno, Jenaro García Arreciado, piden a las autoridades que tengan "piedad" y que les dejen seguir viviendo en España. Fuentes de la Delegación del Gobierno señalaron ayer que, una vez localizados, los 12 inmigrantes serán devueltos a Guinea-Bissau y que no hay posibilidad de que sigan en el país, a pesar de que la asociación Elin y las Carmelitas de Vedruna, que se encargan de la acogida de inmigrantes en Ceuta, han elaborado también un informe de la situación de este grupo, en el que ven conveniente que sean documentados y que hay una institución en la Península "donde serían acogidos para darles unos cursos de formación para el trabajo".
Los inmigrantes afirman en su carta que fueron obligados a luchar como soldados, aunque lograron desertar y escapar hasta Marruecos atravesando el desierto del Sáhara y países como Guinea-Conakry, Malí, Níger, Libia y Argelia. "Para nosotros, estar en Ceuta suponía la posibilidad de vivir en paz y tranquilidad".
Paula Domingo, religiosa que firma el informe remitido a la Delegación, subraya que todos los guineanos fugados llegaron a Ceuta después de ocho años de huida tras la guerra civil declarada en el país en 1998. En este informe, se señala también que todos los integrantes del grupo han aprendido a leer y escribir en español, trabajan temporalmente en pequeños negocios, y se han integrado en las actividades del centro de acogida.
En la carta, los inmigrantes relatan sus penurias, entre ellas, que tuvieron que permanecer un año escondidos en el bosque de Beliones, junto a la frontera de la ciudad española, antes de saltar. También aluden a que su esperanza es la de trabajar e integrarse en la sociedad española, aunque en este momento, y tras las últimas detenciones de compatriotas "sentimos que todo se viene abajo, de nuevo el miedo, la inseguridad y la nada. Preferimos morir a tener que enfrentarnos de nuevo con la pobreza de nuestro país y el sufrimiento de no tener familia allí".
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