Sencilla pero difícil
Alburt-Kaspárov. Daugavpils, 1978
Para ganar esta posición, tan simple en apariencia, hay que tener un conocimiento profundo de las variadas sutilezas que esconden los finales de peones. Y no digamos los finales en general, que pueden causar sensaciones tan fuertes y placenteras como las combinaciones más brillantes con muchas piezas en el tablero. Esta posición es uno de los muchos ejemplos, bien elegidos, que se citan en el libro Práctica moderna de finales (Beliavsky y Mijalchishin), cuya versión española acaba de ser publicada por Ediciones Tutor. Los autores aseguran que Osnos, un gran maestro de alto nivel, aceptó las tablas ofrecidas por Yudasin en Leningrado, 1978, porque desconocía el concepto de "casillas conjugadas", que Kaspárov sí aplicó correctamente a los 15 años para ganar a Alburt, en Daugavpils, 1978, en una posición muy similar a ésta. La teoría puede resumirse así: el rey blanco debe ir a f2 cuando el negro vaya a f4, para evitar las penetraciones por e3 o g3; y a e1 cuando su rival esté en e3. En este último caso, si les toca jugar a las negras, es fácil comprobar que la partida es tablas por rey ahogado si las negras dan jaque con su peón. Sin embargo, la posición del diagrama se puede ganar porque las negras disponen de una maniobra de triangulación para llegar a la misma posición, pero tocándole jugar al blanco; la clave reside en que cuando el rey negro va a e4, el blanco no puede plantarse en e2, que sería la casilla conjugada ideal: 1... Re4 2 Rf1, Re5! 3 Re1!, Rf5!! 4 Rf1, Re4 5 Rf2, Rf4, y misión cumplida: las negras ganan fácilmente. Correspondencia: ajedrez@elpais.es
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