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Entrevista:SEYRAN ATES | Abogada alemana de origen turco

"El 60% de las musulmanas de Alemania sufre la violencia"

Entre los centenares de miles de mujeres musulmanas que viven en Alemania, muy pocas se rebelan contra las normas que pretenden regir su vida cotidiana, y cuando lo hacen arriesgan su vida. Seyran Ates -nacida en Turquía en 1963 y que emigró a Alemania con apenas seis años- era hasta hace poco la única abogada especializada en la defensa de mujeres musulmanas maltratadas en Alemania. Después de luchar con abnegación contra los crímenes de honor, renunció a su trabajo el pasado verano después de que el marido de una de sus clientes la atacara en el metro.

Ates está convencida de que la integración de los musulmanes en Europa sólo será posible si mejora la situación de las mujeres y desaparece la violencia doméstica. Fue una de los 10 representantes musulmanes que participaron en la Conferencia del Islam en Berlín, celebrada el mes pasado, poco después de la polémica retirada de un montaje de la ópera Idomeneo, supuestamente ofensiva para el islam. La reunión pretendía impulsar el diálogo entre musulmanes y no musulmanes sobre la base del respeto a la Constitución alemana.

"Es imposible hacer en Alemania el trabajo que he hecho, porque nadie nos protege"
"En algunos colegios de Berlín hay entre un 80% y un 100% de extranjeros"

Pregunta. ¿Qué lugar ocupa la violencia contra la mujer en los debates públicos alemanes?

Respuesta. Muchos alemanes relativizan la violencia contra la mujer, porque piensan que es una cosa privada. Algunos políticos creen que las leyes existentes contra la violencia doméstica son suficientes para impedirla.

P. ¿Piensa que Alemania es un país atrasado?

R. Sí, y mucho, pero la sociedad alemana también se pone terca cuando ha de producirse un cambio. Los alemanes siempre han pensado que lo que tenían que solucionar era un problema con los turcos y que los trabajadores que inmigraron regresarían a su país de origen. La política de integración alemana consistió durante décadas en este cuento de la lechera. Los alemanes cuestionan todo, porque temen que se les pueda acusar de xenófobos o racistas. Cuando se habló del asesinato de una mujer turca que vivía separada de su familia, los alemanes hablaban de un crimen de honor sin tomar en cuenta que el concepto de honor de la sociedad musulmana que observan desde fuera no tiene nada que ver con el suyo.

P. ¿Qué vida llevan las mujeres musulmanas en Alemania?

R. Más de un 60% de las mujeres musulmanas en Alemania son víctimas de la violencia y el mismo porcentaje se ha casado en contra de su voluntad.

P. Usted participó en la Conferencia del Islam en Berlín...

R. Sí, y allí aclaré que solamente conseguiremos la integración del islam en Alemania y en Europa si cambia la situación de las mujeres.

P. ¿Cree que sería una solución exigir que la religión islámica se predique en alemán?

R. Estoy absolutamente a favor de ello. El islam necesita una reforma y esto requiere que el Corán se entienda. Antes tampoco podía leer la Biblia en latín todo el mundo. Los cristianos dejaron esos tiempos atrás, pero muchos musulmanes continúan viviendo así.

P. ¿Piensa que esas decisiones serían un paso hacia la reforma de la religión?

R. El islam europeo será la vanguardia de la reforma del islam en todo el mundo.

R. ¿A qué edad empiezan los problemas de integración?

P. En el jardín de infancia. Hay familias que no quieren que sus hijos lean libros con imágenes de cerdos. Otro problema importante es el idioma. Los niños musulmanes tienen dificultades de aprendizaje. En algunos colegios de Berlín hay entre un 80% y un 100% de extranjeros. ¿Cómo hacen para entrar en contacto con la sociedad alemana? Los alemanes se enterarán de que las bombas destructoras de la democracia están bajo sus culos cuando haya un atentado. El alemán medio confía en que Alemania es un Estado de derecho democrático. No se entera de que puede perderlo todo. Dos casos recientes lo demuestran, la anulación de la ópera Idomeneo en Berlín y el cambio de la emisión televisiva de una película sobre un turco violento a una hora de baja audiencia.

P. En agosto cerró su bufete. ¿Qué planes tiene ahora?

R. De ninguna manera me dedicaré al derecho familiar o representaré a mujeres que viven en situaciones violentas. De ahí surgió el peligro de muerte que sufrimos mi hija y yo. Hubo amenazas concretas. Recibí correos electrónicos, llamadas y cartas. La más reciente fue un ataque contra una de mis clientes en una estación de metro en pleno día. Su marido, del que se divorció, la golpeó sin que nadie la ayudara. Escuché durante los siguientes juicios que todo era por mi culpa y que no me metiera en la vida de los matrimonios.

P. ¿Por qué no quiere ejercer más su profesión en Alemania?

R. Ni las leyes ni la sociedad alemana me protegen. Es imposible en estos momentos hacer en Alemania el trabajo que he hecho hasta ahora, porque nada ni nadie me protege.

P. ¿Qué la protegería?

R. El coraje cívico, más seguridad en los tribunales y un grupo de presión a la vista de todos. Que quede claro públicamente que el Estado está del lado de las víctimas.

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