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Reportaje:

Aquí no hay quien vuele

Dos averías en sendos aviones de Air Madrid produjeron ayer retrasos en Barajas de hasta 60 horas

Daniel Verdú

En el hotel Auditorium de Madrid han perdido la cuenta de los pasajeros de Air Madrid que pasan por ahí. "¿Cuántos vuelos? A ver... No sé, es que tenemos cada día", dicen en la recepción. La aerolínea es, aseguran, el mejor cliente que tienen. Ayer por la tarde había pasajeros de tres vuelos distintos (alrededor de 500 personas) que no sabían todavía cuando iban a salir. Llevaban entre 12 y 20 horas esperando, pero esa misma mañana habían despedido a unos compañeros de desdicha que llevaban desde el viernes por la noche intentando viajar a Buenos Aires. "Si salimos esta noche me doy con un canto en los dientes", decía uno.

Fuentes de Air Madrid alegaron ayer que dos de los siete aviones de los que dispone la compañía para vuelos transoceánicos están estropeados. Y un tercero, estuvo "muchas horas atrapado en el aeropuerto de Guayaquil porque el recinto estaba en obras". Así que, con cuatro aviones se las han tenido que apañar durante los últimos días.

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El vuelo Barcelona-Buenos Aires que debía salir el viernes por la noche salió finalmente desde Madrid con el pasaje dividido en dos aviones, que despegaron el sábado por la noche y el lunes por la mañana. El domingo por la noche debía salir otro avión hacia la capital argentina, pero no lo hizo. El pasaje no se lo tomó bien y organizó una pequeña revuelta dentro del mostrador de la compañía. La Guardia Civil tuvo que intervenir para calmar los ánimos y Air Madrid los mandó al hotel Auditorium a pasar la noche.

Verónica Mendes era una de las pasajeras de ese avión. Viajaba a Fortaleza -una de las escalas del avión a Buenos Aires- y tenía una conexión con un vuelo a Recife, que, por supuesto, perdió. "Esta mañana han metido a 70 personas en un vuelo que no aparecía en las pantallas y del que no había información. Como si fuera fantasma", aseguró. Su vuelo, supuestamente, debía salir ayer a las nueve y media de anoche.

El vuelo de la mañana al que se refiere son, en realidad, dos. Contenían pasajeros con retrasos, algunos con más de dos días. Pero salieron con 30 y 40 sitios libres cada uno mientras en el hotel seguía habiendo viajeros de los aviones reprogramados. "Hemos buscado a los pasajeros y no los hemos encontrado. La compañía no tiene la culpa si ellos no estaban en el hotel", dice Air Madrid. Pero Verónica no se había movido del Auditorium. "No hay información, funcionamos a través de rumores", dice.

Otro avión debía salir a Buenos Aires ayer por la mañana y tampoco lo hizo. Se reprogramó para las 21.30 (aunque lo hizo a las 22.42), y supuestamente viajaron en él los pasajeros de ese vuelo y los restantes del que salía el domingo por la noche. O sea, el de Verónica.

Al berenjenal, hay que añadirle un vuelo a San José (Costa Rica), que salía ayer a las 11.00 y tampoco despegó. ¿Por qué? "No tenemos avión. Hemos tenido una mala racha y hay dos estropeados. Estamos intentando contratar un subcharter para que haga la ruta", decían desde la compañía. A última hora, aseguraron que iba a salir hoy a las 10.00, con 23 horas de retraso.

"Un amigo me advirtió de que no contratara esta compañía. Pero no le hice caso. Y aquí estamos, no tenemos ni el equipaje porque nos lo han hecho facturar sin que hubiera avión", explicaba con cara de pocos amigos un costarricense que volvía a casa de vacaciones. Compró el billete, dice, porque era barato. Le costó 910 euros. "Está claro que no existen las gangas".

Amarga luna de miel

Ricardo Gómez y Carolina Sala no sabían ayer cuándo iba a salir su vuelo a San José (Costa Rica). Pero no perdían la sonrisa en ningún momento. Llevaban pocos días casados y parecían empeñados en que nada les estropeara la ilusión del enlace y de la luna de miel que se disponían a iniciar. Pero era difícil.

"Nuestros amigos nos habían regalado una noche en un hotel muy especial de San José y nos habían dejado ahí varias sorpresas", explicaba Carolina un poco desilusionada.

"Además, al día siguiente habíamos contratado una avioneta que nos tenía que llevar al parque nacional de Corcovado. Claramente, ya la hemos perdido también", añadía Ricardo.

Mientras contaban su historia, un pasajero también en retraso, se acercó y les advirtió de que se preparase para pasar por lo mismo en el viaje de vuelta, como le sucedió a él en el de ida. "Uy, al revés no nos importaría", respondía ella.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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