Entender a Rita
A Rita Barberá, nuestra popular y populista alcaldesa hay que entenderla. O, por lo menos, hay que intentarlo. Y no lo digo como autoejercicio de compasión, caridad cristiana o autodominio sino, simplemente, como exigencia del análisis. Viene este exordio a cuenta de los dos magníficos convenios que se han sustanciado estos días (léase Mestalla y adláteres por una parte y Tabacalera por otra) y de una operación naviera (el Zarpamos del Bulevar de las Moreras) que, aunque es harina de otro costal, sí viene a cuento. No aburriré al lector con más cifras de las necesarias y me remitiré remitirles a la edición de Valencia de EL PAÍS del viernes 27 de octubre y a la información aparecida en el Levante-EMV el domingo 29 de octubre.
La pregunta de fondo es por qué Rita Barberá ha rubricado sendos convenios y no puso en su día ningún obstáculo a la aberración del PAI colindante con Natzaret llamado pomposa, estúpida y engañosamente Bulevar de las Moreras. Les avanzo mi opinión. En las tres operaciones que comentamos el interés de nuestra alcaldesa es claramente "patriótico", por el sacrosanto bien de Valencia, su "única meta" según rezan los carteles de la 32 Th. America's Cup (aunque no está de más recordar que conviene tener amigos hasta en el infierno). Lo único que sucede es que llevada por el fervor se le ha nublado la vista. Y sus conciudadanos o súbditos no tenemos la culpa.
Vayamos por partes. En el pequeño affaire de Mestalla, atrás quedan la ilegal ampliación del estadio (obra que habría que demoler en cumplimiento de la sentencia) y el "pelotazo" (huy, qué lástima, se le escapó sin querer al presi) de Porxinos, también sub iudice, que era y es una burda operación de recalificación urbanística de terrenos no urbanizables del municipio de Riba-roja (sin la preceptiva modificación del Plan General): una ciudad deportiva de "élite" y más de 2.000 viviendas en una urbanización modélica como casi todas las que pueblan (o intentan poblar) nuestro maltrecho territorio. Las denuncias siguen su curso, D. Vicente Tarazona está muy enfadado porque ni él ni sus parientes y amigos han roto un plato y nosotros como los ingleses: wait and see. Vivir para ver. Desde luego las ganancias eran sustanciosas y éste nuestro querido Valencia CF uno de sus principales beneficiarios. En su momento se habló de que este pequeño movimiento de ajedrez bastaría para resolver la deuda del club. Una bicoca.
Mestalla segunda parte. Nuestro querido Ayuntamiento recalifica como residencial la parcela del campo de Mestalla (ampliada ad hoc con calles y edificios públicos adyacentes para disimular el exceso de aprovechamiento) Al final, 89.000 metros cuadrados edificables que suponen un aprovechamiento sobre la parcela (sin trucar) de 1,89 metros cuadrados por metro cuadrado. Más que le dieron a D. Florentino y muy por encima de los 55.800 que le corresponderían con el Plan General en la mano. Conviene recordar para desmemoriados que el Reglamento de Gestión de la Ley del Suelo de 1957 preveía un estándar de 75 viviendas por hectárea para el suelo urbanizable programado y eso se traduce en un aprovechamiento del 0,75. Y eran tiempos de Franco. El 0,75 es quizá una densidad insuficiente para "hacer ciudad" pero el 1 o 1,1 está bien. Argumentar que la zona ya es densa es el colmo del cinismo. Es densa porque es toda ilegal.
Con estos hermosos 89.000 metros edificables vendidos al todavía desmadrado precio de mercado, nuestro amado club saca no menos de 500 millones de euros lo cual le permite afrontar con holgura (y hasta con beneficios) la tercera pieza del puzzle: el nuevo estadio de Ademuz. De nuevo un fiasco. La ciudad le cede graciosamente la propiedad de la parcela en su casi totalidad (el resto para un pequeño polideportivo de barrio) y a cambio el Valencia le "compensará" con otras parcelas en suelos pendientes de recalificar en la famosa homologación prevista (otro craso error) y que previsiblemente le habrán costado a D. Juan Soler cuatro perras (y si me equivoco, que publique las escrituras de compraventa sin trucar). Se mire por donde se mire, operación magistral para "salvar" a nuestro Valencia que es una SAD, morosa por excelencia y de gestión más que discutible. Lean a Gregorio Martín. Es saludable. La solución de futboleros y políticos de la derecha: acusar a los que se oponen por malos valencianos y arengar contra ellos a las multitudes. A por ellos. Viva el rédito electoral. Amunt València.
Segundo gran convenio: la Tabacalera. Destruimos un edificio patrimonial para que Ballester haga viviendas en la trasera. Y, a cambio de la propiedad sin rehabilitar del resto, obtenemos en el dichoso convenio unos míseros 14 millones de euros del edificio de la plaza de América, valorado a unos irrisorios 2.088 euros por metro cuadrado. La excusa: recuperar para la ciudad un edificio histórico (mutilado por el convenio) que costará 50 millones de euros de rehabilitar y donde ni de lejos caben todos los servicios municipales (la otra excusa). Ballester ganará entre 100 y 200 millones de euros en la movida. ¡¡Premio!!
Tercer quilombo, como dicen los argentinos: el PAI del Bulevar de las Moreras que está a punto de "zarpar" y lleva avezados timoneles: Civisa, Juan Bautista Soler, Lubasa, Metrovacesa, Urbis y Soler Futura. Más de lo mismo. La foto de la propaganda vale más que mil palabras. Otro PAI adosado a una zona de valencianos de segunda como Natzaret, convenientemente separado del contagio por un parque. Siempre igual, como la canción de Cervezas El Aguila. Bonita forma de hacer urbanismo. Gloria a la Nueva Valencia. Que le den morcillas a la otra hasta que se caiga y nos la podamos hacer. Muy original.
Todo sumado, el patriotismo de nuestra alcaldesa, se vista como se vista (el patriotismo) nos sale muy caro. Si lo que le mueve es el interés de Valencia, hágaselo mirar. Si es el legítimo deseo de seguir ostentando la máxima autoridad local, los votos, tal vez los votos, le den la razón pero la historia no. Que la Nueva Valencia no le nuble la vista. Será nueva y quizá, por fin, figuremos en el mapa, pero nos sale muy cara y no es tan buena como se vende. Además, hay otra Valencia esperando en la consulta. ¿O no?
Josep Sorribes es profesor de Economía Regional y Urbana de la Universidad de Valencia.
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