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Crónica:Fútbol | Octava jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Derribo al Calderón

El Zaragoza, que jugó peor que su contrario, se impone al Atlético en los últimos minutos

El Atlético no es un prodigio elaborando el juego. Nadie se asombra y entreabre la boca siguiendo la transición de la pelota en los pies de los rojiblancos. Ayer tampoco, claro, y sus aficionados se lo recordaron con una pitada sostenida e intensificada según avanzaban los minutos. Una bronca que se convirtió en una acusadora indiferencia cuando marcó Óscar. Pero el Zaragoza de Víctor Fernández, muy elogiado por su supuesto gusto por la orfebrería, fue aún peor. La sucesión de malos pases, resbalones y regates fallidos del cuadro aragonés fue más propia de una película cómica en blanco y negro que de un partido de fútbol. Ni siquiera de uno malo. Hasta el segundo tiempo no disparó a puerta el cuadro zaragozano, que en la segunda parte se aprovechó de la gradual apertura del Atlético abonándose al contragolpe.

ATLÉTICO 0 - ZARAGOZA 1

Atlético: Leo Franco; Seitaridis (Valera, m. 88), Pablo, Perea, A. López; Costinha (Jurado, m. 60); Galletti, Luccin, Maniche, Víctor Bravo (Agüero, m. 70); y Torres. No utilizados: Cuéllar, Valera, Pernía, Zé Castro y Ballesteros.

Zaragoza: César; Diogo, G.Milito, Sergio, Juanfran; Zapater, Movilla, Lafita (Ponzio, m. 79), D'Alessandro (Óscar, m. 82); D.Milito y Ewerthon (Sergio García, m. 66). No utilizados: Miguel, Aranzábal, Piqué, y Longas.

Goles: 0- 1. M. 87. Diego Milito cede dentro del área a Óscar, cuyo disparo rebota en Leo Franco y él mismo, de cabeza, marca tras el rechace.

Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Diogo, D'Alessandro.

Unos 45.000 espectadores en el Calderón.

Javier Aguirre, el entrenador rojiblanco, insiste en prescindir de Agüero. "Hay que cuidarle", dice. El caso es que no le pone. Al no alinear a un segundo delantero, deja a Torres solo en punta. Pero Torres, últimamente, no está nunca donde se le espera. Está en otros sitios. Así, cuando Bravo o Galletti centraban desde los costados, resulta que no había nadie en el área para rematar. Bueno, sí. Una vez estuvo en el segundo palo Luccin. Fue la mejor ocasión del conjunto madrileño en todo el partido. La dispersión de Torres fue aún más evidente por los nombres que lo acompañaron en el frente de vanguardia en el primer tiempo. Maniche era el otro futbolista más adelantado -exceptuando las bandas- del equipo. Y Maniche, muy dinámico, buen pasador, no es precisamente un mediapunta al uso. No es, desde luego, un especialista en el último pase. Casi hizo más ese papel el debutante Bravo que el portugués.

Víctor Bravo, en nómina del filial, no es una pieza mágica. Un amuleto para ahuyentar las malas vibraciones del Atlético. Sus problemas con las bandas. Sus dificultades para despegar los pies del cemento y convertirse en un equipo ágil. Pero es un zurdo valiente. No se esconde. No huye de los contrarios dando pasitos hacia su portero. No cede la pelota como un mensajero, en mano. Corre, busca espacios. Regatea y centra. Después de un comienzo fulgurante de Galletti por la derecha, con cuatro centros peligrosos en el primer cuarto de hora, casi todo el peligro rojiblanco tuvo su origen en ideas de Bravo. Lo que es una noticia con dos caras. Está muy bien que tras las lesiones de Maxi y Petrov Aguirre haya descubierto un recambio. Pero está muy mal que el último en llegar, el más inexperto, sea el más atrevido y el único con ideas.

El Atlético no fue tan malo sacando la pelota. Sin embargo, esta vez lo que hizo fue defender bastante mal. Por supuesto en el gol, en el que los centrales se abrieron mientras Seitaridis estaba lesionado en el césped. Pero también en las pocas oportunidades de marcar del Zaragoza. Casi todas por una desacertada lectura del repliegue.

El Zaragoza también cometió errores defensivos muy gruesos. Su plan no fue el de esperar atrás y ganar aprovechando los espacios. Eso fue lo que ocurrió. Pero no fue premeditado. El grupo de Fernández pretendió controlar la pelota y fracasó estrepitosamente en el intento. Por ejemplo, el siempre muy apreciado en el Calderón Movilla, que no dio una a derechas. Capitulo aparte merece el lateral derecho Diogo. Dos de las jugadas más peligrosas del Atlético tuvieron su origen en decisiones pésimas del ex madridista.

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