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Destreza artesana

Cada escopeta, con maderas de frutales como nogales o perales, se componía, grosso modo, de cañón, caja, arandelas, llave, guardamonte, cantonera, portaviz, mira y punto de mira. Los artesanos madrileños realizaban la completa manufactura de cada una de las piezas, mientras que otros armeros, sobre todo del País Vasco y de Cataluña, se agremiaban para producir series de componentes.

Tal autonomía del artesanado armero madrileño fue encomiada por Gaspar Melchor de Jovellanos, ministro de Gracia y Justicia de Carlos III y Carlos IV, que ponía a este sector de trabajadores como ejemplo de las artes liberales, en contraposición a los trabajos gremializados, que consideraba contra el progreso, del que él se mostraba vigoroso valedor.

Era igualmente chocante que en un área sin tradición metalúrgica como Madrid, prosperara una actividad como la armera, si bien Álvaro Soler ha documentado envíos de hierro procedentes del País Vasco. También había hierro en los Montes de Toledo, provincia conocida por la excelencia de sus aceros empleados señaladamente en la espadería. La justa fama de las armas madrileñas perdura en las principales armerías de Europa, como la Imperial de Viena, Estocolmo y Milán.

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