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Fórmula 1 | Alonso coge el relevo de un mito
Columna
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Symonds: el hombre del milagro

Que Fernando Alonso merece el segundo título mundial que ayer consiguió en Interlagos no lo cuestiona nadie. Incluso sus acérrimos enemigos, que seguro que los tiene, han debido inclinarse ante la magnitud de este español que está revolucionando el mundo de la F-1. Sin embargo, una parte muy importante de sus triunfos proceden de la excelente coyuntura que se ha logrado en el equipo Renault. ¿Qué hubiera sido de Alonso sin un equipo tan potente y cohesionado como el que ha tenido? No lo sé. Pero probablemente no habría llegado tan lejos.

Y en este equipo hay una persona que muchas veces pasa desapercibida, que trabaja día y noche en la sombra y que ha sido el artífice del milagro que se ha vivido en Renault y de los títulos de pilotos y de marcas que ahora adornan el palmarés de la marca francesa. Es Pat Symonds. Con su pelo blanco, su camisa azul, fumándose un cigarrillo en cualquier esquina con el teléfono colgando de la oreja, este ingeniero que se formó en la universidad de Cranfield y se graduó en 1976 ha tenido una influencia superior incluso a la de Flavio Briatore para el buen funcionamiento del equipo Renault. Él es el hombre que prepara las estrategias del equipo en carrera y uno de los que más ha trabajado en el desarrollo de los coches. Y es también quien prepara toda la documentación técnica a Briatore, cuando su jefe debe acudir a la FIA a defender los intereses del equipo.

Symonds fue aprendiz en Hawke, preparando coches para la Fórmula Ford. Comenzó como diseñador. Luego dio un salto de calidad y pasó al equipo Royal, donde conoció a Rory Byrne, ahora ingeniero de Ferrari. Los dos forjaron una amistad que fue creciendo con el respeto mutuo que se tenían a nivel profesional. Cuando Byrne entró en Toleman se llevó a Symonds y trabajaron juntos en la F-2. Y luego, cuando Toleman fue comprada por Benetton, los dos entraron en el este equipo que iba a marcar definitivamente sus vidas. Sólo lo abandonaron en la etapa en que John Barnard marcó las líneas de trabajo. Entonces ficharon con Reynard para diseñar un bólido de F-1. Pero aquel proyecto, falto de presupuesto, nunca llegó a cuadrar.

En 1991 Barnard había abandonado ya Benetton y tanto Byrne como Symonds regresaron a la escudería. Allí nos conocimos, porque entonces yo era el director de operaciones y el director deportivo de Benetton. Todos trabajábamos bajo la dirección de un Briatore ambicioso, que daba responsabilidades y exigía resultados. Más tarde se incorporó también Ross Brawn como director técnico. Byrne era jefe de diseño y Symonds dirigía el departamento de Investigación y Desarrollo, el más importante de cualquier escudería. Era lo suyo. Diseñó la suspensión activa del Benetton de 1992 y 1993. Y todos vivimos la incorporación de Michael Schumacher y sus dos primeros títulos, hasta que se marchó a Ferrari y quiso que todos le acompañáramos.

Symonds, sin embargo, siguió fiel a Briatore y a la escudería Benetton. Se convirtió en director técnico y compartió responsabilidades con Bob Bell. Siempre fue un buen matemático y, tal vez por eso, buscaba el detalle en todas las cosas. Hasta el punto de que pudo a un equipo a trabajar para preparar los pit-stop en las carreras, para reducir el tiempo al máximo. Fue él también el creador del software que aún utiliza el equipo para preparar la estrategia de carrera. Y sin sus aportaciones, Renault nunca habría llegado tan lejos.

Tranquilo, muy frío y con su gran experiencia, Symonds afrontó con calma la última semana previa a la carrera de Brasil, en la que Alonso debía ser campeón mundial y Renault ganar el título de marcas. De él habían dependido campeones como Ayrton Senna (en Toleman), Michael Schumacher (en Benetton) y ahora Fernando Alonso. Es el mejor ingeniero de pista con el que he trabajado en mi experiencia en la F-1. Y cuando los demás tiran la toalla, él sigue con el ordenador en la habitación de su hotel buscando soluciones. Por eso decidió cambiar el motor de Alonso antes de los entrenamientos del viernes y prefirió evitar cualquier pequeño riesgo. Trabajó a conciencia y todo le salió bien. Symonds es el alma de Renault, el hombre del milagro, el que ha dado dos títulos a Alonso y a su propia escudería.

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