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Reportaje:Baloncesto

"Gasol, ¿tienes novia?"

2.500 niños rinden homenaje en Oviedo a la selección española y a su estrella

Con la pata coja, pero con mucha cintura, respondió ayer Pau Gasol a las preguntas espontáneas, entre inocentes y pícaras, de los 2.500 niños, con algunos padres y profesores, que abarrotaron el auditorio Príncipe Felipe, de Oviedo. Como Fernando Alonso en 2005, en él se presentó para un baño de multitudes la estrella de la selección española de baloncesto (Premio Príncipe de Asturias de los Deportes) junto a su técnico, Pepu Hernández, y su ayudante, Rafael Vecina.

Les esperaban, impacientes, pequeños aspirantes a las pistas, con sus dorsales a la espalda y los destellos de sus móviles. Chillaban, aplaudían y revivían en una pantalla gigante las imágenes de la final, ganada ante Grecia, del Campeonato del Mundo. Cada canasta volvía a ser vitoreada.

Hernández y Vecina llegaron antes que Gasol. El primero podría entrar en la Real Academia Española porque ha redefinido la palabra baloncesto: "Equivale a educación, generosidad, solidaridad, trabajo en equipo, talante y tolerancia. Son valores que preparan a un jugador para el futuro, para cuando acabe de estar en las canchas".

Más tarde, unos 20 gaiteros y mozos y mozas de Pola de Lena formaron un círculo en el escenario para recibir al astro. Gasol apareció calzando una zapatilla blanca en un pie y con el otro recubierto de su ortopedia negra. Barba y pelo revuelto, saludó en medio de una ovación. Descubrió con orgullo su estatura (2,15 metros) y sus emociones y dijo que la entrega del viernes había sido "uno de los días más felices" de su vida: "He tenido sensaciones muy fuertes. El premio posee un significado especial. No sólo lo hemos recibido por haber ganado, sino por la labor en equipo. Todos estábamos muy emocionados".

Eso explica la energía que Gasol supo transmitir desde el banquillo. "Como jugador, sabes que hay momentos en que el apoyo moral tiene más valor que los puntos o un rebote bien cogido", aseguró; "mi emoción estaba a flor de piel y tenía tanta confianza en mis compañeros que era como si estuviese lanzando balones desde la cancha".

"¿Tienes novia?", le preguntó un chaval. El líder de los Grizzlies de Memphis se sonrojó, se atusó los rizos y tuvo un tiempo muerto entre las carcajadas para responder bien: "Siempre he querido mantener mi vida privada al margen de la pública. No quiero que se metan en mis cosas fuera de lo que es el baloncesto". Rebote de aplausos. Tres puntos.

"¿Hubo algún momento duro en tu adolescencia en el que te planteases dejarlo?", le lanzó otro niño. "No, mi pasión por este deporte viene desde pequeño. Siempre ha sido para mí más diversión que sacrificio. Siempre juego pasándomelo bien y tratando de divertirme. Es lo que siempre he querido hacer", confesó. "¿Vas a volver al All Stars?", dijo otro. "Es difícil. Depende de la temporada, no sólo del trabajo individual".

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