Sensación de calidad
El interior del nuevo Corsa transmite calidad y presenta un ambiente agradable y moderno. Destacan los asientos, altos, grandes y cómodos, y el tacto del volante. Hay detalles peor resueltos, como la instrumentación, escasa y anodina, o los guarnecidos laterales de las plazas traseras. Sin embargo, supone un gran salto de calidad frente al Corsa anterior.
Un turbodiésel con poca garra
Aunque más adelante habrá un motor 1.7 CDTi de 125 CV, el Corsa sólo se vende en diésel con el 1.3 del modelo anterior en versiones de 75 y 90 CV. La unidad de pruebas montaba la más potente, que incluye un cambio de seis marchas bien escalonado, pero aun así se queda justa para el peso del coche: su baja cilindrada, 1.248cc, penaliza la elasticidad, le falta fuerza por debajo de 2.000 vueltas y tarda en responder al acelerador.
Estas carencias exigen atención con el cambio para evitar que el motor caiga de régimen en las subidas y para elegir bien la marcha al adelantar. En ciudad sucede lo mismo, porque acelera con pereza y tiene poco brío. Salvando estas limitaciones, las prestaciones en carretera son correctas. El coche mantiene bien el ritmo una vez lanzado y viaja con soltura en autopista. Pero como hay que llevar el motor alegre de revoluciones para que responda con nervio, gasta algo más de lo que cabría esperar de su cilindrada: menos de seis litros a ritmos suaves y ocho en ciudad y al estirar las marchas.
Tacto consistente
La unidad de pruebas correspondía al acabado Sport, que incluye una dirección más directa, relaciones de cambio más cortas y unas suspensiones diferentes que rebajan la altura de la carrocería 18 milímetros delante y 15 atrás. Y todo esto unido a un chasis más rígido, que comparte con el Fiat Punto, aporta una sensación de calidad y consistencia muy superior a la del Corsa anterior. El nuevo circula con más aplomo en carretera, transmite mayor solidez en los baches y está mejor aislado por dentro. Es también más cómodo y absorbe mejor las irregularidades, pero presenta aspectos mejorables. Así, la dirección variable exige acostumbrarse, porque al empezar a girar el volante tiene un tacto lento y en un primer momento no responde de forma tan precisa como lo hace un poco después.Salvo este detalle, tiene una estabilidad correcta y es muy fácil de conducir. En zonas viradas resulta ágil y manejable, balancea lo justo y no sorprende al conductor. Y en trazados rápidos y autopista circula con aplomo, da seguridad y, a pesar de ser un utilitario, permite viajar con cierto confort. En cambio, en pisos con ondulaciones la amortiguación tarda en recuperar el equilibrio de la carrocería, que oscila más de lo deseable.
Los frenos, con ABS, incluyen tambores en el eje trasero, pero paran bien y sólo alargan un poco las distancias. Y el ESP, siempre imprescindible, se ofrece como opción y es más asequible de lo habitual (420 euros).
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